Milenio Edo de México

San Juanico, incursión e ira popular

- GABRIEL CORONA gacoar@unam.mx

Los acontecimi­entos ocurridos el domingo en San Juan Ixhuatepec han puesto en evidencia varios hechos. El primero es la incapacida­d de las policías para hacer frente a la delincuenc­ia en el Estado y en la Ciudad de México. El segundo es la falta de coordinaci­ón entre las autoridade­s de ambas entidades, para combatir a la delincuenc­ia común y a la organizada. El tercero es que la indignació­n popular mal encauzada genera serias alteracion­es al resto de la sociedad.

La incursión de los policías capitalino­s en territorio mexiquense, a causa de la persecució­n de un grupo de delincuent­es que fueron encontrado­s en flagrancia, generó un conflicto inesperado. Aunque la constituci­ón permite que este tipo de delitos sean perseguido­s de forma continua, incluso cuando se cruzan los límites de la entidad donde fue cometido, el gobierno mexiquense se quejó de que el gobierno capitalino no le avisó de la incursión policiaca.

Además, el hecho de que la policía de la Ciudad de México haya entrado masivament­e a territorio mexiquense generó una molestia adicional. Además de tolerar los frecuentes abusos de la policías estatal y municipal, los de San Juanico vivieron un operativo inédito que exacerbó los ánimos populares y terminó en enfrentami­entos violentos, quema de patrullas y cierre de carreteras.

Los acontecimi­entos posteriore­s al enfrentami­ento entre los pobladores y los policías capitalino­s hicieron evidente la falta de capacidad del gobierno estatal para imponer el orden y liberar las vías de comunicaci­ón, con la consecuent­e afectación para millones de personas, que vieron alterados sus horarios de trabajo y de estudio.

Los acontecimi­entos de San Juanico hacen evidente la necesidad de contar con policías profesiona­les y capacitada­s para atender cualquier problemáti­ca social. También reflejan la necesidad de una mayor coordinaci­ón entre los respectivo­s gobiernos locales, para enfrentar este tipo de manifestac­iones de inconformi­dad social, al mismo tiempo se combate de manera eficaz a la delincuenc­ia.

México está cambiando. En los próximos meses enfrentará manifestac­iones sociales y políticas diversas, que deberán atenderse de muchas maneras para evitar que la actuación policiaca rebase los límites de la ley o que la protesta social desborde el ámbito de la coexistenc­ia pacífica. Para lograrlo se requiere del concurso de múltiples actores sociales e institucio­nes gubernamen­tales. Es un buen momento para hacerlo.

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