AMLO, Morena y el Poder Judicial
Si uno lee con detenimiento los dos discursos que dio el Presidente el sábado pasado, notará una gran ausencia: el Poder Judicial. A juzgar por las palabras de Andrés Manuel López Obrador, pareciera que en México no hay tres poderes, solo dos.
Sin embargo, claro que el gobierno tiene al Poder Judicial en la mira. En la cuarta transformación tanto la Su- prema Corte como el Consejo de la Judicatura, sus dos pilares, corren graves riesgos y el tema no ha trascendido como debería en la discusión pública.
¿Qué riesgos? La andanada de iniciativas de ley que busca subsumir al Poder Judicial al Ejecutivo y al Legislativo. No solo se trata de recortar sueldos –iniciativa retóricamente dirigida a los 11 ministros, pero que afecta mucho más a los de abajo–, sino de su autonomía orgánica.
Una iniciativa busca que los jueces roten cada seis años de jurisdicción, como si fueran embajadores. Si algo da certeza a un juez es el conocimiento del contexto donde opera, la situación del lugar y la materia que conoce. No es lo mismo tomar decisiones en Oaxaca que en Tijuana. No es lo mismo estar adscrito a un juzgado mixto que a uno penal. Los jueces no son todólogos; son expertos en su ámbito –acotado– y nada más.
Otra busca quitarles la protección por considerarla opulencia. Pero no se toma en cuenta lo que implica juzgar en las ciudades más violentas del país. Tampoco se considera lo peligroso que es llevar el juicio de alguien vinculado con el crimen organizado. La creencia detrás de la reforma es que los jueces viven bajo protección porque les gusta.
Y la última: ayer se presentó la terna para sustituir al recién retirado ministro Cossío. Una integrante fue candidata por Morena al Senado en esta elección. Otra tiene una estrecha amistad con el Presidente. El tercero –favorito– estaba pensado como fiscal en el nuevo gobierno. Ninguno goza de autonomía respecto al Ejecutivo (sin contar que se había prometido una terna de solo mujeres).
Sin duda, la Corte y la Judicatura tienen sus problemas –algunos graves– y deben resolverlos –pronto–. Pero deben de hacerlo solos. Decía Montesquieu, ideólogo de la separación de poderes, algo fundamental: sin un Poder Judicial independiente no hay libertad.
En la 4T la Corte y la Judicatura corren graves riesgos