Milenio Edo de México

D’Artagnan bajo custodia

- JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ DE QUEVEDO

capitán, ex mundialist­a, ex campeón de Europa, ex figura internacio­nal, ex presidente de UEFA y ex vicepresid­ente de FIFA, Michel Platini vive una pesadilla como ex jugador de futbol: el incómodo prefijo le acompañará el resto de su vida. Aquel elegante recuerdo del deportista cautivador, fue borrado por su carrera como dirigente. Inhabilita­do por el espinoso caso de Qatar 2022, Platini vive bajo eterna sospecha. Nadie habla de una sola jugada suya. Detenido en París y puesto bajo custodia policial, apenas quedan imágenes que nos ayuden a contar la clase de futbolista que era. Las etiquetas informativ­as acabaron con sus goles en Google y YouTube. Su condición explica como ninguna, lo complicado que puede ser el juego al cruzar la línea que separa el campo, de la vida: las gambetas que se aplauden dentro, se persiguen fuera. Acusado y acosado, la maravillos­a estampa de Platini fue vista por última vez en su viejo Nancy. Jugaban Zico, Maradona, Matthäus, Hugo Sánchez, Francescol­i, Futre, Tardelli y Dassaev; enfrente, la inolvidabl­e selección francesa de Giresse, Tigana, Rocheteau y Amorós. Resto del Mundo y Francia despiden a que juega un partido regio el 23 de mayo de 1988. El mejor homenaje que vi para un futbolista en activo. Una fiesta sin pretension­es, sólo asisten el fútbol y sus futbolista­s. Al día siguiente, todavía con aroma a cuero, pasto y linimento, empieza carrera como entrenador, presidente del comité organizado­r de Francia 98, miembro del comité ejecutivo de FIFA y máximo dirigente de UEFA; hasta convertirs­e en el hombre más influyente del juego y una advertenci­a contra el poder de FIFA. Había llegado un jugador de futbol entre los mejores de cualquier época, dispuesto a hacer carrera en los despachos. En Zúrich, no gusta que los grandes futbolista­s crucen la línea de banda, su popularida­d es peligrosa. Pero Platini lo logra, llegando más lejos que nadie, hasta que su distinguid­o recuereleg­ante._

do engordó. Aquella inconfundi­ble silueta del jugador fue engullida por un inmenso cuerpo directivo. D’Artagnan desapareci­ó. Como mosquetero, Platini fue lo más completo que hubo. Como dirigente, pisó un territorio demasiado lodoso para un futbolista tan

Como dirigente, pisó un territorio demasiado lodoso para un futbolista tan elegante

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