¿Cuidas lo que comes?
La obesidad mata a 23 mexicanos cada hora. En 2017 fallecieron más de 201 mil personas en el territorio nacional por padecimientos vinculados a esta condición (Excélsior, 21/04/18).
Siete de cada 10 adultos en nuestro país tienen sobrepeso u obesidad. La tasa más alta en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Afecta a uno de cada tres niños y adolescentes mexicanos de 6 a 19 años. Lo que nos coloca en los primeros lugares de obesidad infantil en el mundo (UNICEF).
Primero, nos sale muy cara
La obesidad nos cuesta el doble que el robo de combustible. Los costos médicos estimados superan los 151 mil millones de pesos al año en nuestro país (INSP, 2019).
El sobrepeso puede reducir nuestra expectativa de vida hasta en ocho años (ABC,
18/12/14).
Seis de cada 10 casos de diabetes mellitus en México se relacionan directamente a esta causa. Lo mismo que en 21 por ciento de las cardiopatías y en 24 por ciento de ciertos tipos de cáncer (OMS-Efe,
9/03/19).
Segundo, reduce el desempeño laboral
Los empleados con obesidad bajan su rendimiento en 50 por ciento. Se calcula que tienen dos veces más posibilidades de faltar al trabajo por cuestiones de salud (OITForbes, 16/03/15).
El sobrepeso genera pérdidas en la productividad nacional por más de 71 mil millones de pesos cada año.
Tercero, cómo nos alimentamos
Somos el país que más refrescos o bebidas azucaradas consume. Cada mexicano toma 164 litros en promedio al año. Los ingieren en seis de cada 10 hogares (Profeco-Salud180).
Cada porción de 227 mililitros al día, aumenta hasta en 60 por ciento las probabilidades para que un niño sea obeso. Si los consumen los adultos diariamente, tienen 27 por ciento más posibilidades de presentar sobrepeso.
México es el cuarto país que más bebidas y alimentos ultraprocesados consume por persona al año, después de Estados Unidos, Canadá y Alemania. Cada mexicano ingiere el equivalente a 214 kilogramos de ultraprocesados anualmente (OMS).
Representan un riesgo por su mala calidad nutricional y calorías. También son social y ambientalmente destructivos.
Al estar hechos de derivados o sintetizados, los ultraprocesados pueden engañar al cerebro para afectar la capacidad para controlar los hábitos alimentarios o resultan casi adictivos (OMS).
Suelen contener altas cantidades de azucares, grasas e ingredientes que surgen de procesos industriales. Hacen que saquemos los alimentos más sanos de la dieta porque generan sensaciones de energía, sabor y saciedad (BBC, 30/05/19).
Tomemos conciencia que más allá de la apariencia, la alimentación debe optimizar nuestra salud en vez de afectarla. Busquemos lo más natural, revisemos la forma en la que consumimos y qué comemos, para tener una mejor calidad de vida.