Bárbara Anderson
“Los “jitomateros mexicanos seguirán s luchando aunque pocos les hagan caso”
Alos jitomateros nadie nos escucha. Ni aquí ni allá”, me decía esta semana un productor de Sinaloa, uno de los estados en donde este fruto es una especie de oro rojo. El productor, que me pidió reservar su nombre pero que participó en algunas diligencias ante el Florida Tomato Exchange, se refiere a la problemática que enfrenta ante el arancel que el gobierno de Donald Trump impuso a la importación de jitomate, que es de casi 18 por ciento.
El debate en torno a este arancel se perdió en el ruido que se generó primero por el retiro de los aranceles que se tenían al acero y el aluminio. Después, lo apagó todo lo que generó el tema de los aranceles a las importaciones en general de 5 por ciento hasta llegar a 25 por ciento con las que Donald Trump amenaza a México.
Y la amenaza sigue como Espada de Damocles pues México que tratará de llenarle el ojo a Trump en cuanto a la efectividad de su política migratoria.
El caso es que a los jitomateros les han caído varios baldes de agua fría.
Primero, con la imposición del arancel en sí; luego con la sordera de las autoridades comerciales que no los pelan; luego, con la derrota en tribunales en EU, donde no les han levantado el arancel. Y, finalmente, en el mercado mexicano, donde el fruto ha comenzado a bajar de precio, lo que afecta su rentabilidad.
Los productores de Sinaloa, Baja California, de los valles de Sonora, están desconsolados. Una jueza de la Corte Internacional de Comercio determinó que el arancel por supuesto dumping en EU no se puede levantar.
La jueza dice que ni los productores mexicanos ni los importadores en EU han podido establecer el mérito de su actividad para compensar las pérdidas de la industria estadunidense. En contracorriente, los productores, me dice el de Sinaloa, han propuesto medidas extraordinarias, como aceptar multas por producto defectuoso, pagar el transporte de regreso en caso de que un embarque no cumpla con los estándares, etcétera.
En el fondo, como la Comisión de Comercio Internacional de EU alegó en la Corte Internacional, el arancel tiene mucho que ver con la eficiencia de los exportadores mexicanos, que se han comido a sus contrapartes del norte.
Esto porque el consumo de jitomate en EU ha crecido en los últimos años (9 por ciento), mientras la producción nacional ha decrecido hasta 14 veces desde 2015 a la fecha.
Así que mientras en México hay 400 mil empleos en riesgo, de acuerdo con la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, y se pierde una dinámica en la que cada dólar que EU importa de México se convierte en 3.5 dólares de ganancias del otro lado. Los jitomateros mexicanos seguirán dando la batalla en contra de las cuotas compensatorias, aunque pocos les hagan caso a ambos lados de la frontera.
Ni los productores mexicanos ni los importadores en EU han podido establecer el mérito de su actividad