Anhelo de seguridad
Sin
duda el primer trimestre del 2019 ha sido uno de los más sangrientos e inseguros que hemos vivido como población. El homicidio es el indicador más preocupante que se ha detonado, ya que contamos con una tasa cinco veces superior al referente que encontramos en la tasa mundial.
El actual gobierno ha declarado el fin de la guerra y aunque el plan de paz y de seguridad contempla todo un proceso de regulación en la venta de drogas,pero la realidad que vivimos en el día a día es abrumadora.
De acuerdo con “Semáforo Delictivo”, en promedio hubo más de 2 mil 800 homicidios cada mes durante el primer trimestre de este año en México. El estado que registró un mayor índice de violencia durante este trimestre fue Guanajuato, quien ha sufrido una trágica conversión ya que de ser uno de los puntos industriales más importantes de México, actualmente se encuentra disputado de manera violenta por el narcotráfico.
A estos datos hay que añadir otro tipo de delitos violentos como feminicidios, abusos sexuales, extorsión, robo y lesiones personales, los cuales han aumentado junto con el índice de homicidios en el último año de esta administración. También hemos visto que prácticas que dañan los derechos humanos como la tortura, Las desapariciones forzosas, los ataques contra periodistas, la violación sistemática de los derechos de mujeres, niñas y comunidad lésbico gay, van en dramático aumento.
Una de las prioridades presentadas en el Plan Nacional de Desarrollo es la prevención del delito, sin embargo, el gasto se ha enfocado primordialmente a la operación de los cuerpos policiacos. Vemos que actualmente no hay coordinación nacional antisecuestros, esto ha evidenciado que la ciudadanía se encuentra atrapada por los secuestradores, como lo vimos con el caso que sucedió en la Ciudad de México con el estudiante Norberto, consecuencia de los efectos de política pública.
Lo cierto es que la situación que actualmente vivimos es grave y esto ha dañado la imagen del actual gobierno, que desde que tomó posesión en diciembre se han visto incapaces para detener esta tendencia que sólo va en aumento.
El aumento de los linchamientos responde a una crisis de seguridad, al incremento de la violencia y a la falta de eficacia de los aparatos de justicia.Esto debe ser una llamada de atención para que el sistema de justicia de cada estado se vuelva eficiente. Este fenómeno refleja el hartazgo social y el alejamiento de la población de las autoridades que han demostrado una total incapacidad para ejercer justicia ante todo los delitos que sufre la población.
Es necesario que el congreso mexicano legisle la penalización del linchamiento, que hasta ahora ya tipificado simplemente como homicidio o agresiones. Actualmente no hay una definición clara para enfrentarlo ya que son muy pocos los casos que se han llevado a la justicia y no hay datos de que ningún caso de linchamiento haya sido solucionado.
Sin duda la realidad es avasalladora, el gobierno tiene un gran reto en el tema de seguridad y desafortunadamente, el gozar de un sistema de justicia eficiente para beneficio de la población es un sueño que parece muy lejano..