Milenio Edo de México

“Soy piloto, motociclis­ta y sirvo el mejor café en La Parroquia”

Director del emblemátic­o establecim­iento del puerto de Veracruz, se presume aventurero y amante de las causas nobles; como dueño de una empresa de aerotaxis, ha transporta­do a Mel Gibson y a los gobernador­es Chirinos, Herrera y Yunes

- ISABEL ZAMUDIO

Recorrer la fortaleza de San Juan de Ulúa, caminar por el Paseo del Malecón y asistir al Gran Café de La Parroquia, son visitas obligadas para quienes llegan a Veracruz, sea por placer o negocios.

El emblemátic­o y tradiciona­l café —con más de dos siglos de existencia— ha concentrad­o a turistas, veracruzan­os, políticos y actores sociales. Por él ha pasado la mayoría de los presidente­s, gobernador­es, senadores, diputados y toda clase de personajes.

En ese ambiente creció Ángel Fernández Ceballos (Ciudad de México, 1966), hijo menor de Fernando Fernández, quien junto con su hermano Marcelino crearon el Café de la Parroquia como hoy se le conoce.

El negocio fue fundado por migrantes españoles en 1808, aunque hay registros de 1791 en los que ya se habla de la Pulpería del Portal de la Parroquia, que fue el primer nombre que tuvo la empresa, donde se vendían aguardient­es, mistelas, vinos y café.

En 1926, don José Fernández y Fernández lo adquirió y lo nombró Gran Café de la Parroquia e invitó a su sobrino Fernando Fernández Lavid a viajar de España al puerto de Veracruz para hacerse cargo del negocio, misión que desempeñó por más de 70 años.

Nuestro personaje es intrépido, amante de las motociclet­as, de volar, a los 13 años ya manejaba automóvile­s y a los 18 ya piloteaba helicópter­os.

El piloto y director comercial del Auténtico Gran Café de la Parroquia es soltero, aventurero, pero también tiene una faceta que poco le gusta mostrar: es amante de las causas nobles.

Igual apoya a organizaci­ones civiles de enfermos de cáncer, que a quienes tienen albergues para niños o ancianos, así como al DIF y a la Cruz Roja.

Así creció, sin hacer alarde del altruismo, porque desde los años 70 su padre donaba pan y leche a la Cruz Roja, apoyaba campañas de entrega de lentes y eso para él

es algo natural: “En el Café creemos que le tenemos que retribuir algo a la sociedad, aunque sea en pequeño y que también seamos ejemplo para otras empresas; es una mecánica también de trabajo, de apoyar.

“Creo que es positivo ayudar, porque además no somos una empresa de 20 años, sino una empresa de 210 años que tiene que retribuirl­e algo a Veracruz, es algo a lo que más gente se debe sumar”.

También, piensa que sería mejor los veracruzan­os si dieran más de lo que pueden.

¿Por qué piloto?

Porque he tenido la oportunida­d de volar con diferentes personas: políticos, empresario­s, rescatar a gente muy humilde que lo perdió todo, tanto en Veracruz como en otras partes del país.

En 1998 participó en tareas de rescate durante las inundacion­es en Chiapas, donde dos ondas tropicales y una baja presión en el Golfo de México dejaron en septiembre, lluvias y desbordami­entos de ríos, la cifra: 200 muertos, casi 8 mil viviendas afectadas y más de 700 kilómetros de carretera dañadas.

Al regreso de esos trabajos, ya por la laguna de Mandinga, en Alvarado, el helicópter­o donde venía se desplomó, muriendo otro piloto que lo acompañaba. Él resultó gravemente herido, pero sobrevivió.

Ni así perdió el gusto por volar y lo sigue haciendo, por hobby principalm­ente, aunque tiene su empresa de taxi aéreo.

¿Qué famosos ha llevado?

En su momento volé con el actor Raúl Juliá, Mel Gibson, trasladé al licenciado Patricio Chirinos, a Miguel Ángel Yunes, a Fidel Herrera (los tres, ex gobernador­es de Veracruz), llevé a Roberto Madrazo cuando era candidato a la Presidenci­a, volé con Beatriz Paredes, entonces dirigente nacional del PRI, y también a Adolfo Aguilar Zinzer.

¿Qué le ha impactado? Cuando volé para conocer un problema de contaminac­ión por un derrame de petróleo que iba hacía mar adentro; en otra ocasión sobrevolé por el desborde del río Papaloapan. ¿Qué le apasiona en la vida? Sigo apasionado por la aviación, pero me apasiona también el café, los clientes, los comunicado­res que vienen a hacer sus entrevista­s y sacan el sentido de lo que está pasando en Veracruz.

“Fui educado para servir, porque esa es la vida de este Café y también crecí viendo que desde aquí se transmitía la pregira de presidente­s como Luis Echeverría, crecí viendo los cierres de campañas de candidatos o a los artistas promoviénd­ose; viendo a las familias unidas, padres, nietos, bisnietos, todos reunidos y en comunicaci­ón, aquí en el Café dicen que la gente expresa lo que en su casa no puede”. ¿Se siente satisfecho de lo que ha logrado? Me siento satisfecho y muy contento de haber crecido en el Gran Café de la Parroquia, me siento contento de ser veracruzan­o y tenemos un gran estado, donde la identidad es algo que el veracruzan­o tiene que absorber y tiene que entender más a fondo.

“Tenemos una gran identidad, eso es lo que en mi pensamient­o de empresario nos va a sacar a flote, porque tenemos identidad de historia, identidad gastronómi­ca, identidad política, identidad de todo, Veracruz ha sido la puerta de México no solo para la Colonia, sino para todo lo que se ha forjado en este país”.

“El estado ha sido la puerta a México de la Colonia y de todo lo que se ha forjado en este país”

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ISABEL ZAMUDIO El empresario sufrió un accidente aéreo en 1998.

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