Estas ruinas que ves
semana pasada fueron asesinadas 15 personas, a pedradas y machetazos, en San Mateo del Mar, en Oaxaca, las víctimas acusan al alcalde. El juez federal Uriel Villegas Ortiz fue asesinado junto con su esposa en su domicilio, en Colima. 11 cadáveres aparecieron apilados al borde de la carretera, cerca de Caborca, otros 14 en un tráiler. El general en retiro Sergio Aponte Polito publicó en ElUniversal una crítica durísima de la política de seguridad del gobierno federal. El secretario de seguridad de Ciudad de México, Omar García Harfuch, fue víctima de un atentado al salir de su casa, una emboscada en la que participaron unas 30 personas.
Obviamente, todo eso forma parte de una misma configuración. Pero son sucesos muy distintos. Para conectar una cosa con otra hace falta un relato, una historia. La más socorrida, la más frecuente desde hace años, es el pleito de los cárteles ( las rutas, las plazas, el derecho de piso). La alternativa que ha propuesto el regeneracionismo es el desempleo de los jóvenes. Las dos versiones son muy atractivas, porque permiten imaginar una solución ( desarticular a los cárteles, ofrecer becas). El problema básico que tienen las dos es que suponen que existe una normalidad: pacífica, legal, funcional, y que la violencia es una anomalía — algo que sucede en los márgenes. Y por eso tendría que ser remediable con solo suficientes militares, suficientes becas.
Necesitamos pensar el tema de otra manera. El primer obstáculo son las abstracciones con que tratamos de explicar las cosas. Sirve de ejemplo la primera plana de LaJornada: “El narco desafía al Estado en el corazón de México”: todos entendemos lo que quiere decir, y en realidad no entendemos nada. Esos sujetos imaginarios ( el Estado, el crimen, el Ejército), nítidamente distintos, cada uno con su lógica, permiten explicaciones igualmente limpias, nítidas y equivocadas, y hacen esperar que un sujeto único, disciplinado, vertical, que es el
Ejército persiga a otro sujeto, igual de indudable, que es el narco.
El de México hoy es un orden crecientemente violento, en el que tienen un papel central la fuerza pública, el Ejército en particular y una enorme variedad de actores armados: guardias privadas, compañías de seguridad, policías comunitarias, autodefensas, guerrillas, sicarios, traficantes, pandillas. Existe un inmenso mercado de la violencia, parásito de casi todos los mercados, en el que participan todos esos actores ( que con frecuencia es imposible distinguir) porque hay cada vez más situaciones, vínculos, prácticas, espacios, en que los participantes necesitan recurrir a la fuerza o a la amenaza de la fuerza o pueden aprovecharse de ella — y no importa mucho si la ofrecen policías, militares, pandilleros o ejidatarios.
Aclaremos: lo de antes no era el Estado de derecho, sino un extenso sistema de intermediación parasitaria que producía al Estado como hecho concreto. Ese sistema se fue deteriorando con la decadencia del régimen revolucionario, y recibe la puntilla con el regeneracionismo. Se intentó sustituirlo por un orden institucional fuerte. Necesitamos entender lo que significa ese fracaso.
Las historias más frecuentes son el pleito de los cárteles y el desempleo de los jóvenes