Ayotzinapa, el riesgo de la descoordinación
semana pasamos del “esta es la verdad histórica de los hechos” de Jesús Murillo Karam y Tomás Zerón al “se acabó la verdad histórica” del actual fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero. ¿Cuánto tiempo esperaron las familias de los estudiantes alguna evidencia de justicia por parte de la autoridad?
Después de casi seis años, esta frase representa el hecho de que la lucha de las familias de los estudiantes —siempre respaldada por sus representantes legales— sigue vigente y que, hoy en día, no hay verdad ni justicia, ya que no se conoce el paradero de sus hijos.
El desmantelamiento de la verdad histórica no es necesariamente resultado de una confesión pública por parte del fiscal general actual. La verdad histórica estaba desechada desde hace varios años. La declaración del fiscal general se trata solo de la confirmación de lo que instituciones internacionales de derechos humanos han evidenciado a lo largo de estos años tales como la CIDH — a través del GIEI—, la ONU, el EAAF, de organizaciones de la sociedad civil de derechos humanos de México y el mundo, incluso del Poder Judicial de la Federación a través del Tribunal Colegiado que ordenó la creación de una comisión de investigación para el caso.
La relevancia del mensaje del fiscal general quizá está más centrada en la información que ofreció más que en la frase que ocupó primeras planas. Su interés por reactivar su papel en el caso, dejando a un lado un proceso en el que participa la Segob y que tiene en sus manos la Unidad Especial que investiga el caso, adelantó vísperas y anunció avances que aún debían corroborarse.
Me refiero a la aprehensión de José Ángel Casarrubias Salgado alias ElMochomo. Ayer mismo supimos que la Fiscalía no pudo sostener la acusación ante el juez y que, por lo tanto, se le dejaría en libertad. Horas después se dio a conocer que finalmente al Mochomo se le volvió a detener al salir del penal. La primera detención y segunda detención en contra del Mochomo solo pueden dar verdaderos resultados si se le logra vincular a proceso y, en el caso de los normalistas desaparecidos, solo si la Fiscalía logra que contribuya con información sobre el paradero.
Es buena noticia que el fiscal Gertz diga que no hay verdad histórica, pero lo realmente novedoso es demostrar que efectivamente esa versión no tendrá nuevas ediciones. Eso implica desarticular la red de macrominalidad que está detrás de los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014 y eso es, precisamente, lo que la liberación de un personaje como el Mochomo afectaría.
Durante los últimos meses, hemos podido constatar avances importantes de la Unidad Especial que investiga el caso, como la orden de aprehensión contra Tomás Zerón, ahora prófugo. La coordinación entre el fiscal general y el trabajo de la Unidad Especial es indispensable, además del buen respaldo de las investigaciones junto con la Comisión Presidencial (Segob). Sin esa coordinación el derrumbe de la verdad histórica se hace cuesta arriba y corre el riesgo de ofrecernos unas deslumbrantes llamaradas de petate.
Es una buena noticia que el Gertz diga que no hay “verdad histórica”