Milenio Edo de México

El balón de la memoria

- CARLOS GUTIÉRREZ @fulanoaust­ral

El tiempos e puede medir de distintas formas. Mediante el convencion­alismo de las horas y los días, a partir de ciclos de felicidad o de su ausencia, y también por medio de eventos singular es. Así como hay olores que nos remiten a distintos ayeres, los sabor es y los sonidos hacen lo suyo. De igual forma las imágenes transporta­n y cumplen el efecto de máquina del tiempo. El escritor Pe te rHandkeseñ ala con generosa verbal id ad lo bendecido que resulta aquel que tiene sus lugares de duración.Suelo pensar en ello cada que el disfrute asoma al presente y sobretodo cuando el espíritu se dispone a recrearse con sus ahora.Una de las formas de medir el tiempo más atractivas, seductor as y enajenante­s, es el paso de los mundiales de fútbol. Aquí la memoria entra en juego cual si se tratara del más férreo defensa central que impide el adiós de los recuerdos.A partir de ahí uno puede hacer métrica de vida en razón del número de mundiales que han transcurri­do delante de los ojos. Y acudir a la guía del mediocampi­sta en la cancha del alma, ese orquest ad or de las emociones, para exigir las instantáne­as que resulten necesarias. En la búsqueda de ese ayer remoto y fugaz, las copas del mundo pasadas yacen en el fondo del baúl pambolero, donde se rescatan a fuerza de evocación cada cuatro años. Como sucede en estos días en que el mundo se declara presa del esférico. Habrá que declararse fan ante la presión social que pone monitores por doquier, para no perder detalles del evento.

Y al mismo tiempo hurgaren los archivos personales en pos de los datos que dan cuenta de la edad a partir de las celebracio­nes vividas.

Total, si el tempo es algo relativo, los detalles servirán para darle dimensión al gozo. Y también a la tragedia y a la capacidad de fomento de la fe, que se renueva cada que nos auto convencemo­s de que sí se puede, aunque la razón aguafiesta­s diga que no. Así sea proxima un nuevo mundial, en marcado en la vorágine de los días y dando forma ala esperanza del quinto partido. Al milagro verdoso suscrito en el imaginario colectivo, junto con las voces de loros y cacatúas que, como siempre, intentan vender los encuentros cual si se tratara de epopeyas aztecas. La medida del tiempo en este fin de año a típico es esa, la de un nuevo torneo internacio­nal en tierras exóticas. En un invierno que nunca había sido tan estival. En un contexto de libertades alienadas y de consumismo condiciona­do por la hiper carestía. concierto y el des concierto global ._

Posados los ojos en esa geografía habrá que esperar y ver. Ala i ns urgencia de los caballos ennegrecid­os, del triunfo de los sospechoso­s comunes y la confirmaci­ón de la industria del golpeo de pelota como el verdadero gran organismo del

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