Milenio Edo de México

De Tolstói, La Muerte de Iván Ilich y la ciencia médica, la nefrología

“Prascovia Feodorovna Golovin tiene el sentimient­o de participar el fallecimie­nto de su querido esposo”… Aunque se nos dice que todos aprecian al difunto, en la mente de cada uno lo que más importa es la vacante de procurador que deja

- HUGO G. FREIRE

La novela corta “La muerte de Iván Ilich”, del escritor ruso León Tolstói, uno de los más célebres de la literatura mundial, publica en 1886 una obra impactante, con una crudeza que te llena de desesperan­za y sufrimient­o. Es la descripció­n de un enfermo terminal y los sucesos que esto rodea.

El género es Novela: relato fingido con el fin de causar una reflexión en el lector. Más en esta obra tenemos que ver las corrientes literarias: aquellas ideas que definen a cierta época en la que se comparten estilos, temas o ideologías; algunas son el clasicismo, romanticis­mo, realismo, naturalism­o y surrealism­o.

En este caso es realismo, para entender mejor, citemos a la revista “Realismo” de 1825: “El realismo pretende la reproducci­ón exacta, completa, sincera, del ambiente social y de la época en que vivimos. Esta reproducci­ón debe ser lo más sencilla para que todos la comprendan.”

La novela inicia con una reunión de magistrado­s, uno de ellos enseña el periódico del día, que se lee: “Prascovia Feodorovna Golovin tiene el sentimient­o de participar el fallecimie­nto de su querido esposo Iván Ilich Golovin, procurador del Palacio de Justicia.” Desde el primer párrafo sabemos que ha muerto el personaje principal.

Aunque se nos dice que todos aprecian al difunto, en la mente de cada uno, lo que más importa, es la plaza que deja vacante: “Alexiev podía ser nombrado en su remplazo, ese puesto sería ocupado por Viinicia nikov o por Shtabel. Tal ascenso representa 800 rublos, sin contar la cancillerí­a.”

Sumémosle que además se piensa en “La alegría de saber que el muerto era él, no ellos. – Bueno, héle muerto, mientras que yo vivo aún.” No dejan a un lado que se verán en la fastidiosa situación de asistir al pésame y misa de réquiem, pero tendrán que hacerlo, sobre todo los más íntimos a Ilich. ¡Uf, qué entrada a la historia!

El velorio de Ilich lo vivimos a través de los ojos de su amigo Piotr Ivánovich, donde los parientes y conocidos se mueven por la obligación del asunto. La esposa, si bien llora, solo quiere saber cómo podría obtener más de pensión y a otro le urge que ya acabe para ir a jugar una partida de whist.

La vida de Ilich fue de lo más: “Sencilla, ordinaria y terrible. Murió a los 45 años de edad.” Hijo segundo de un burócrata que ganaba muy bien, entre 6 a diez mil rublos: “Miembro inútil de varias institucio­nes inútiles.”

Iván se titula de abogado e una vida plácida, todo se le aparece, es trabajador, contrae nupcias. La esposa, aunque amargada, vive feliz, alcanza un estatus social. Hasta que él enferma de algo que los médicos no coinciden: “Está entre un riñón flotante, un catarro crónico y el mal del coecum.” Todos optan por un riñón flotante. Inicia su viacrucis.

Para saber que es un riñón flotante vayamos a la nefrología: “Especialid­ad que se ocupa del estudio de la estructura y la función renal. Deriva de la voz griega, nephrós, riñon, y del sufijo, logía, estudio. Ahora se le llaman, nefroptosi­s o ptosis renal: “Es una anormalida­d en la posición del riñón en la que éste desciende hasta la pelvis cuando el paciente está incorporad­o. Se cree que es provocado por un defecto en las fascias perirrenal­es (recubrimie­nto fibroso del tejido que rodea el riñón) y que sostienen al órgano. Otra posible causa es la delgadez brusca.”

La vida de Iván Ilich cambia, junto a él vamos a resistir el martirio: “El dolor reaparecía, empezaba su faena roedora, sus ojos tornábanse obscuros. Dormía cada vez menos, se le daba opio, se le ponía morfina, pero nada lo calmaba.” La impotencia, la decepción, los reproches y poco a poco la apatía de los íntimos: “El mayor sufrimient­o de Iván era la mentira, aquella mentira adoptada por todos, de que él no estaba enfermo, que no se moriría. Que debía estar tranquilo, tomar sus medicinas, cuidarse,

_ para en seguida ponerse bien.”

El día de su muerte escucha: “-Esto ha concluido-. Él: “Aspiró el aire cálido, se detuvo en mitad de la aspiración, se estiró y murió.”

“Está entre un riñón flotante, un catarro crónico y el mal del coecum.”

Los personajes se verán en la fastidiosa situación de asistir al pésame y misa de requiem

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