Milenio Edo de México

José Alfredo en la voz de Raphael y Julio Iglesias

La autora recuerda ambas ocasiones muy bien; la primera fue en El Patio, donde su padre no esperaba que el español interpreta­ra dos de sus canciones; el segundo grabó un disco con temas que el mexicano ya no alcanzó a escuchar

- PALOMA JIMÉNEZ GÁLVEZ* *DOCTORA EN LETRAS HISPÁNICAS

Los cantantes españoles han interpreta­do las canciones de José Alfredo Jiménez desde hace muchas décadas, jugando con ritmos y variantes, ya sea mediante los arreglos, a veces, clásicos o novedosos, otras, tratando de romper con el estilo ranchero; introducie­ndo los temas dentro del género flamenco o actualizan­do las letras para llevarlas al rock; incluso buscando transgredi­r para que la melodía vaya hacia horizontes poco explorados.

A mí hay muchas versiones que me gustan, pero deseo abordar las que los jóvenes de mi época comenzaron a grabar. En 1969, durante mi fiesta de cumpleaños, el cabaret El Patio nos invitó al debut de Raphael que tendría lugar en las siguientes semanas de marzo. Era el intérprete que estaba revolucion­ando la balada moderna, de manera que todas y todos los jóvenes queríamos ver a Raphael. Canciones como “Yo soy aquel” y “Mi gran noche” daban la vuelta por el mundo sonoro de habla hispana… Mi padre no se entusiasmó mucho con la invitación, pero por tratarse de “su niña” haría el esfuerzo. Ya había empezado la guerra contra los chicos melenudos, esos “soñadores de pelo largo” no estaban bien vistos en las familias de aquel tiempo. Sin embargo, para las chicas resultaba más seductor un joven con melena, que uno recién salido de la peluquería.

No era mi primera visita a un cabaret,nosotroses­tábamosaco­stumbrados a asistir a ver a mi papá cuando él se presentaba ahí; pero también, llegué a acompañar a mis padres cuando inauguraro­n el cabaret de los hermanos Castro y al mismo Patio, un año antes, para ver a Charles Aznavour. Tal vez ahora no permitiría­n que un menor entrara a un centro nocturno de ese tipo; aunque también los artistas han cambiado sus presentaci­ones a teatros o foros, como los estadios deportivos o las arenas, en donde los espectador­es no padecen ese tipo de censura.

Para el debut de Raphael teníamos, como era de esperarse, mesa de pista. Mamá y yo habíamos ido al salón de belleza y elegido algún atuendo elegante, largo y con discretas aplicacion­es bordadas en

pedrería o lentejuela­s, así se llevaba la moda de entonces.

“No me amenaces, No me amenaces si ya estás decidida a buscar otra vida, pues agarra tu rumbo y vete, pero no me amenaces, no me amenaces, ya estás grandecita, ya entiendes la vida, (niña) ya sabes lo que haces…”.

José Alfredo no esperaba que el intérprete cantara alguna de sus canciones. Escucharlo fue una

verdadera sorpresa, no sobra decir que fue muy agradable. Sonaba distinto, fresco, contagioso. La gente aplaudía y coreaba. Haber grabado aquellos temas había sido un gran acierto del cantante y un regalo muy gratifican­te para el compositor. Papá salió feliz por haber escuchado dos de sus canciones en la voz de aquel joven talentoso que rompía con los esquemas más clásicos del canon y

llenaba los foros del mundo, pues conquistó no solamente a los de habla hispana, ya que realizó giras por distintos continente­s. Aquella noche también nos sorprendió con una versión singular de:

“Es inútil dejar de quererte, ya no puedo vivir sin tu amor; no me digas que voy a perderte, no me quieras matar, corazón…”.

En agradecimi­ento, mi padre compró una moneda que unía a

España con México mediante símbolos y la envió de obsequio al joven intérprete; quien llevaría sus canciones a Rusia, Alemania y, también, por algunos países de Asia. Sin embargo, José Alfredo ya no pudo darse cuenta de este fenómeno.

Años después, sería quizás 1975, Julio Iglesias grabaría distintos temas de José Alfredo. A mi padre ya no le tocaría escuchar aquellas versiones. Para mí fue una sorpresa muy agradable, pues era mi primera visita a España, viajaba con mi madre y ella tenía una gran ilusión por conocer Madrid. En distintos restaurant­es y en las tiendas del Corte Inglés tenían como música de fondo un nuevo LP que acababa de sacar la disquera con algunos temas de José Alfredo interpreta­dos por Julio Iglesias. El que más se escuchaba era El Rey:

“Yo sé bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera sé que tendrás que llorar; dirás que no me quisiste, pero vas a estar muy triste y así te vas a quedar…”.

Desde 1975 hasta hace algunos años, Iglesias siguió interpreta­ndo a Jiménez. Sus giras lo llevaron por el mundo entero cantando en diferentes idiomas, conquistan­do a públicos tan diversos por ese estilo dulce y romántico que lo caracteriz­ó. En 2017, Julio le comentó a Adriana Jiménez Rivera para este diario que: “Cantar a José Alfredo Jiménez ha ido maravillos­o, porque yo no creo que haya un autor más grande que él; aunque al hablar del tema de la música en México también podemos mencionar a Agustín Lara, que fue otro grande, pero José Alfredo era mágico”.

Hace 25 años a mi hermano José Alfredo Jiménez Gálvez se le ocurrió hacer un disco de homenaje con duetos muy singulares; en ese proyecto Julio y mi padre cantan juntos “El Rey”. Es bueno saber que también en las plataforma­s musicales se pueden encontrar los temas que canta de José Alfredo y muchos otros del

_ repertorio mexicano.

“Con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley; no tengo trono ni reina ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey”.

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FOTOTECA MILENIO Ambos interpreta­ron a José Alfredo; él solo alcanzó a escuchar al Divo.
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