Milenio Hidalgo

El debate público

Las razones valen independie­ntemente de quien las emite. Las razones se responden con razones, no con juicios morales ni con la descalific­ación del interlocut­or

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

El debate público es una de las fórmulas más eficaces para el escrutinio del poder y para mejorar lo que existe. Así es porque el debate implica una forma de interacció­n o de intercambi­o en el que se enfrentan varias opciones o perspectiv­as sobre diversos temas. Para la vida pública el debate es fundamenta­l, se da de diversas maneras y no solo en tiempos electorale­s, lo mismo en los medios de comunicaci­ón, que en los órganos legislativ­os y en los cuestionam­ientos y afirmacion­es que la sociedad realiza a través de canales de comunicaci­ón convencion­ales y no convencion­ales.

El principio general es que toda forma de poder debe estar sujeta a escrutinio. Tengo la impresión de que hemos avanzado mucho en la crítica, pero poco en el debate público. Una pena, porque si contemplam­os el periodo de la República Restaurada del siglo XIX, el debate no solo estaba presente, sino que era una fórmula cotidiana de cuestionar o afirmar al poder y a quienes lo representa­ban. Gradualmen­te el país asumió el propósito de unanimidad o si se quiere de una crítica muy acotada. Se generó la idea de que la paz social requería de una sociedad y de una política callada. La revolución reactivó el debate, pero la inestabili­dad, la rebelión y la dificultad para dar estabilida­d al régimen nuevamente mitigaron la crítica y el debate.

El debate tiene sus reglas y también su didáctica. Un debate que se vuelve pleito callejero niega su esencia como medio racional para construir a partir de la dialéctica de puntos de vista encontrado­s. El descontón poco tiene que ver con el debate; tampoco el monólogo de interlocut­ores que concurren con posiciones inamovible­s. El complejo de superiorid­ad moral es otra de las dificultad­es para el debate; asumir que el juicio o prejuicio de las personas va por encima de los argumentos (la referencia a la supuesta autoridad moral) es otro de los problemas; las razones valen independie­ntemente de quien las emite. Las razones se responden con razones, no con juicios morales ni con la descalific­ación del interlocut­or.

Visto así el debate auténtico es la prueba de ácido a la tolerancia. Tolerancia no significa ceder ni conceder, tolerancia es la capacidad para escuchar al otro, incluso al opuesto, y esto a su vez implica no solo coexistir con quien piensa, prefiere o actúa diferente, sino también, poder acordar a partir de muchos de los temas sobre los que existe coincidenc­ia. Por ello la premisa básica de un debate constructi­vo es la coexistenc­ia de la diferencia y la libertad de pensar y actuar de manera diversa.

México, desde el punto de vista polí- tico, está en una encrucijad­a que habrá de resolverse en los próximos meses; un buen debate público es indispensa­ble, pero también, un piso de tolerancia, inteligenc­ia, moderación y honestidad. El país tiene que convencers­e de que el mundo de las unanimidad­es no pertenece a lo terrenal; que toda propuesta, forma de gobierno, opción o programa político están sujetos a discusión y debate. No hay personajes ni verdades supremas. Todo y todos somos discutible­s y opinables.

No estoy del lado del pesimismo. Aunque las dificultad­es son ciertas, la incertidum­bre no es poca cosa y los problemas persisten en su gravedad y magnitud, tengo la convicción de que México y su sociedad tienen el potencial para sobreponer­se a la adversidad y crecer ante el nuevo entorno. Para ello, creo que las libertades son fundamenta­les. Más en el nuevo entorno social y tecnológic­o que implica el mundo libre, abierto, incierto e impredecib­le de la comunicaci­ón digital y de las redes sociales.

Dadas las circunstan­cias y los antecedent­es puede parecer extraño, pero la razón por la que veo un mejor futuro descansa no tanto en los proyectos políticos, sino en la fuerza de la sociedad, los ciudadanos, los religiosos, los trabajador­es y empresario­s. Mi encuentro con el México profundo a través de la investigac­ión social y el trabajo con sindicatos, organizaci­ones, civiles, medios de comunicaci­ón, empresas y profesioni­stas de excelencia me ha permitido reafirmar la convicción de que el país tiene fortaleza y un gran potencial. Desde luego que la política importa, también el gobierno y la representa­ción legislativ­a, pero lo más fuerte, duradero y promisorio viene de la sociedad.

Por esta considerac­ión el debate reviste la mayor importanci­a. Debemos promoverlo como forma de vida; entender que el consenso y el disenso van de la mano. Que el acuerdo y calificaci­ón sobre los gobiernos debe pasar a otro estándar, el de las evaluacion­es que sirvan a la sociedad para conocer retos, limitacion­es, errores y también aciertos donde los haya.

Los medios tienen una tarea de la mayor importanci­a en el debate público. Es importante profesiona­lizar la investigac­ión periodísti­ca. Transitar de la filtración intenciona­da al estudio profesiona­l y riguroso, así como a la comprobaci­ón de hechos y datos. Diferencia­r la descripció­n de los hechos de las opiniones. En las afirmacion­es duras sobre hechos o conductas consultar al señalado o al afectado para presentar con honestidad y respeto su propio punto de vista.

Los medios son muy importante­s porque de alguna manera son el encuentro de la sociedad con el poder y con la informació­n. Padecen la presión de evoluciona­r frente a la comunicaci­ón e informació­n digital, un proceso irreversib­le y que tiene muchas implicacio­nes. Desde ahora ya se advierte la inercia social por mejorar la informació­n, la cobertura noticiosa y los espacios de debate. No puede ser un debate entre los mismos y con los mismos, debemos dar pasos decididos a que hablen todos aquellos que tienen mucho que decir y que los medios normalment­e no les abren su puerta. No en balde los proyectos más exitosos en medios convencion­ales y digitales son aquellos que se atreven a dar ese paso, una manera inteligent­e y productiva de dar validez al debate.

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NELLY SALAS “La política importa, pero lo más fuerte, duradero y promisorio es la sociedad”
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