Una supercomputadora para cocinar el mejor sushi...
Fernando Egido, directivo para AL de la empresa Fujitsu, asegura que sus clientes las utilizan para elegir la cabra más dotada o el corcho de un vino
LIván Téllez/Guadalajara as supercomputadoras no solo sirven para hacer cálculos astrofísicos, ingeniería avanzada o complejas aplicaciones médicas, también se usan para dar un mejor sabor a la comida, detectar el uso más eficiente que se puede dar a un animal en la industria agropecuaria o seleccionar la madera idónea en la fabricación de un corcho de vino, actividades que antes solo se podían determinarse con la intuición humana.
Fernando Egido, director general de tecnología de Fujitsu para Latinoamérica, dijo en entrevista con MILENIO que varios de sus clientes le han dado diversos usos a las supercomputadoras que fabrica esa firma, principalmente para aumentar la calidad de los productos que venden.
Además, el directivo señaló que el miedo a que esta tecnología sustituya las labores humanas es infundado. “No pensemos esto como una amenaza, sino como una oportunidad; aunque haya un robot en una de las líneas de producción que supla a varios empleados, el desarrollo de estas supercomputadoras también implica nuevos trabajos”, destacó. “Ahora mismo hay cientos de miles de puestos de trabajo a escala mundial que involucran la experiencia humana en programación y manejo de tecnología, lo que ha creado una nueva industria con un amplio campo laboral”, indicó Egido durante la Conferencia Internacional de Supercómputo 2017, que se realizó a inicios de marzo en Guadalajara, Jalisco. Una empresa —de la cual omitió el nombre— usó esta tecnología para encontrar la mejor utilidad de las ovejas, ya fuera para producción de carne, lana, leche o solo para crianza, gracias al análisis genético que pueden realizar ese tipo de dispositivos.
En otro caso, “uno de nuestros clientes la utilizó para el estudio del corcho del vino. Éste se obtiene a través del árbol del alcornoque y gracias al supercómputo es posible predecir la capacidad que va a tener éste antes de que el árbol lo produzca. Es uno de los casos más curiosos”, abundó el directivo de Fujitsu.
Señaló que países como Japón han empleado este tipo de tecnología para saber qué pescados son los que tienen mejor sabor, ello para orientar a los productores de la industria gastronómica a que sepan qué productos deben elegir para sus platillos. “Esta tecnología la utilizan los nipones para analizar la composición química del pescado y saber si el producto tiene una calidad baja, media o superior. Por ejemplo, con el sushi. Gracias al supercómputo uno puede identificar la calidad de los peces y, por tanto, según sus cualidades, se puede identificar si el producto tiene un sabor más
adecuado al mercado japonés, al mexicano o al español”, destacó.
Las supercomputadoras, opinó, han ayudado a que las investigaciones, que anteriormente se realizaban en días o hasta meses, ahora solo tarden cuestión de minutos, lo que ha ayudado a los diferentes sectores en los que participa a tomar mejores decisiones, puesto que, de ser bien programadas, su margen de error es menor.
Las supercomputadoras se encuentran hoy en día en todo tipo de industrias, aunque no se sepa, “menos en el ámbito artesanal, que son quienes trabajan directamente con la madera o los demás recursos naturales, pero actualmente esta tecnología participa en todos los aspectos”, resaltó Egido.
“Por sí mismo, el progreso es tonto; el ser humano es el que hace buen uso de eso”
Con el desarrollo de la tecnología se ha puesto en debate si algún día puede ésta sustituir al ser humano; no obstante, Egido opinó que las supercomputadoras van siempre ligadas al hombre, ya que las define como un medio, pero no como un fin.
Esta tecnología funciona como una calculadora: “por sí misma es un elemento ‘tonto’, pero es el ser humano el que hace un buen uso de ella”… Y hasta hoy “ha sido un apoyo en el avance de la ciencia”.
Por otro lado, el representante de la firma de tecnología explicó que hoy en día se busca que las supercomputadoras contribuyan no solo al desarrollo social, sino también al cuidado del medio ambiente, al hacer que se consuma menos energía eléctrica durante su funcionamiento. “Las máquinas más potentes del mundo gastan 20 megavatios y que cuestan operarlas decenas de millones de dólares solo para encenderlas, un gasto que muchos países no se pueden permitir. Lo importante está en que haya supercomputadoras potentes y eficientes, y con un consumo reducido de energía, que es a lo que Fujitsu apuesta”,
concluyó. M