Milenio Hidalgo

El burro no anda en miedo

Resulta que Liópez expresó respeto a las fuerzas armadas: “Le puedo decir a los soldados de México que los respeto mucho, el soldado es pueblo uniformado. Con el triunfo de nuestro movimiento se van a mejorar los sueldos de nuestros soldados, marinos y po

- Gil Gamés gil.games@milenio.com Gil s’en va ESPECIAL

Las últimas observacio­nes científica­s de Gil perdido en la neblina de la influenza revelan un derrengar (gran verba, así en femenino) en el carácter. Gamés derrengó y el Ello subsumió su estructura. En serio, no empiecen con sus cosas. Olvidemos esto y encontremo­s la realidad. Resulta que

Liópez expresó respeto a las fuerzas armadas, pues “los soldados son pueblo uniformado”. Correcto, el burro no anda en miedo, o como se diga, pero Liópez se especializ­a en perfeccion­ar el error, oigan esto: “Cuando triunfemos no se utilizará al Ejército para reprimir al pueblo (…) tienen que aclarar lo de Ayotzinapa. Eso no debilita las institucio­nes, las fortalece, si se dice toda la verdad. El problema no son las institucio­nes. El comandante de las fuerzas armadas, Enrique Peña Nieto, no está diciendo toda la verdad”.

Y duro y dale: “Yo puedo decir a los soldados de México que los respeto mucho, el soldado es pueblo uniformado. Con el triunfo de nuestro movimiento se van a mejorar los sueldos de nuestros soldados, marinos y policías”. Si en algo te ofendí, ofrezco mejores salarios. Es que de veras. Y nadie duda que Liópez seguirá recordando su metida de pata: ¿quieren saber de los 43 jóvenes desapareci­dos de Ayotzinapa? Pregúntenl­e al Ejército y a Peña. La lectora y el lector lo saben, Liópez tiene un poderoso adversario, duro como el coyol: el propio Liópez. Con pifias como ésta, el candidato Liópez rueda por los suelos y empezamos con la historia del fraude y todas las patrañas habidas y por haber. La casaca Hay días en los cuales Gil se siente favorecido por los dioses. Al final, de los finales, la policía encontró al ladrón que se robó la camiseta que usó Tom Brady en el histórico juego del Supertazón entre los Patriots y los Falcons de Atlanta. Las investigac­iones revelaron que efectivame­nte un amigo de lo ajeno se llevó el jersey de Brady valuado en al menos 500 mil dólares.

El misterio se aclaró. Con la pena: Martín Mauricio Ortega Camberos, ex director del periódico La Prensa se robó la casaca de Brady. ¿Cómo la ven? En la casa del periodista apareció también el jersey que Brady utilizó en el Super Bowl de 2015 contra los Seahawks de Seattle y que habían dado por perdido, y el casco de Miller de los Broncos de Denver.

Gil lo vio en un video de UNOTV. Brady le pregunta a un asistente si vio su camiseta. Siempre la dejo aquí, y abre y cierra su bolsa de arreos. Nada. En el mismo video, un hombre acreditado camina por los vestidores frente a la cámara con una protuberan­cia muy rara debajo de la camisa y la corbata. Este es el ex director de La Prensa que ya había dicho: matanga dijo la changa, yo me llevo la casaca de Brady a mi casita de sololoy y ahí se ven. El señor Ortega Camberos podría decir: no me robé la camiseta, me la encontré tirada. Un director de periódico que se roba piezas valiosas. Por eso estamos como estamos. La fiesta Un día antes de la fuga de Juan José Esparragoz­a Monzón, El Azulito, y de otros cuatro capos del cártel de Sinaloa hubo una fiesta dentro del penal de Aguaruto Culiacán. Un reventón de rompe y rasga con música, trago, droga y lo que a usted se le ocurra. Gil lo leyó en su periódico Reforma.

El fiestón tuvo lugar en los módulos 5 y 6, gobernados por los hijos del Chapo Guzmán. Antes de la fiesta, algunos presos se cambiaron de edificio. Las celdas de los reos eran amplias, con salas de televisión, los presos usaban celulares, recibían visitas en cualquier horario, en

fon. Los capos de los cárteles afuera lo dominan todo, o casi todo: adentro, lo dominan todo, sin el casi. Los presos en fuga pertenecen a la élite del Mayo Zambada. Hicieron la fiesta de despedida, se cambiaron de edificio y al día siguiente se fueron por la puerta principal. A Gil se le ponen los pelos de punta y punto: hacen lo que se les da su regalada gana.

Todo es muy raro, caracho, como diría Sófocles: Para quien tiene miedo, todo son ruidos. m

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En el penal de Aguaruto, Sinaloa, donde hubo fiesta un día antes de la fuga de El Azulito.
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