Diez años de la declaración de los derechos de los pueblos indígenas
Hace apenas diez años de la declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Parece extraño, pero antes de eso no había amplios estándares internacionales en cuanto a derechos específicos de los pueblos indígenas.
En estos días, el mundo celebra el periodo de sesiones anual del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas. Comenzó el 24 de abril, y cerrará el 5 de mayo de 2017 en la Sede de las Naciones Unidas, en Nueva York.
Además del décimo aniversario de la Declaración, el Foro debate sobre la aplicación integral de dicha declaración para garantizar los derechos, la dignidad y el bienestar de los 370 millones de personas indígenas estimados en todo el mundo, porque a pesar de los avances logrados en cuanto a leyes, constituciones, políticas educativas y sanitarias en la última década, los pueblos indígenas siguen siendo las personas más vulnerables y marginadas en todo el mundo, y específicamente LAS indígenas, debido al doble componente de la feminización y la indigenización de la pobreza.
De acuerdo con el Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, los pueblos originales sufren la pobreza de manera desproporcionada: “El 33% de las personas en situación de pobreza rural extrema pertenecen a comunidades indígenas. Las culturas y los medios de vida de los pueblos indígenas están intrínsecamente relacionados con sus tierras ancestrales. A menudo, cuentan con sofisticados conocimientos ecológicos tradicionales y con respuestas adaptables a la variación climática. Sin embargo, muchos de estos pueblos están perdiendo sus tierras y sus medios de vida por el acaparamiento de la tierra, las industrias extractivas y el cambio climático. Además, se estima que cada semana desaparece una lengua indígena”.
ONU Mujeres es el organismo de las Naciones Unidas que co-preside el Grupo de Apoyo Interinstitucional sobre cuestiones indígenas, y por tanto durante esta reunión internacional ha enfatizado que aunque la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas generó especial atención sobre las necesidades y los derechos de las mujeres indígenas e instó a protegerlas de la violencia, estas mujeres siguen sufriendo niveles desproporcionados de discriminación y violencia. Más de una de cada tres mujeres indígenas es violada a lo largo de su vida. Además, esta población presenta una tasa superior a la media de mortalidad materna, embarazo adolescente y enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA.
El compromiso asumido por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible –señala ONU Mujeres- hace hincapié en el empoderamiento de mujeres y niñas indígenas, a través de las voces y el activismo de las indígenas de todo el mundo en su lucha contra los problemas generados por el cambio climático, la pobreza, la violencia de género y los conflictos armados.
Algunas de las experiencias más significativas durante este foro, son las de Ndinini Kimesera Sikar, cofundadora y directora de la Organización para el Desarrollo de la Mujer Masái, señala que la población masái es un grupo étnico seminómada que vive al norte de Tanzania y tiene los índices más altos de matrimonio infantil, mutilación genital femenina, analfabetismo y pobreza entre las mujeres del país. Pero el trabajo de las indígenas de su organización ha conseguido que las mujeres ya cuenten con pasaportes para viajar y comerciar al otro lado de la frontera, con lo cual sus negocios han crecido y ellas han logrado alfabetizarse y tener dinero para mandar a su familia a la escuela. “Es un gran logro para estas mujeres, a las que nunca se les ha permitido ni siquiera ir a la escuela”, señala la activista de Tanzania.
Representando a América Central, Oralia Ruano Lima, indígena guatemalteca, fue una de las primeras mujeres que se unió a un emprendimiento de apicultura en su comunidad indígena. Hoy las mujeres apicultoras de Urlanta, una aldea en la región suroeste de Guatemala, ofrecen trabajos sostenibles e ingresos a sus comunidades rurales, y desafían los prejuicios y actitudes que afectan a las mujeres de su país.
Ruano Lima narra: “Mi día arranca antes de que salga el sol, cuando tomo un gran sorbo de café negro y me alisto para mi primera jornada trabajo como maestra de primer a tercer grado primaria. La segunda jornada empieza a las 3 p.m., cuando atravieso el bosque y sigo el zumbido creciente de las abejas. ¡Si hace tres años me hubiera dicho que sería tan feliz enseñando a niños en la mañana y cuidando a bichos por la tarde, nunca lo hubiera creído!”
En total, 29 mujeres de 18 años hasta 85 años emprendieron la producción de miel al cultivar flores que las abejas podrían polinizar y contar con participantes con experiencia en apicultura. La líder indígena asegura que “Mientras me encuentro rodeada de las abejas, pienso en todo lo que hemos logrado juntas. Cuando me pican, me recuerdan lo fuerte que soy”.