De mesero a gerente en un gran grupo hotelero
MÁS QUE UNA DISTINCIÓN, la certificación Great Place to Work es una herramienta para mejorar la calidad de vida de los colaboradores
Un mesero llegó a trabajar a un hotel de Puerto Vallarta donde, gracias a los esquemas que propician la calidad de vida de sus trabajadores y a su plan profesional, hoy es el gerente de Alimentos y Bebidas. De igual forma, una practicante que inició como recepcionista y cajera, hoy es la gerente general que administra un hotel en Mazatlán. Ambos casos de éxito son solo una de las razones por las que Grupo Vidanta aparece por séptimo año consecutivo en el ranking de Great Place to Work (Gran Lugar para Trabajar).
Manuel Becerra Vázquez, director de Planeación y Desarrollo Organizacional de este consorcio hotelero, explicó en entrevista que, para ser una empresa sustentable que brinde un servicio responsable, uno de los pilares es procurar la calidad de vida de los trabajadores.
“Tenemos casos de éxito extraordinarios. Hay gente que ha empezado en áreas públicas, de limpieza o como camaristas o amas de llaves, y ha llegado a supervisores e, incluso, a gerentes de área gracias a este esquema de desarrollo individual. Un ejemplo es la gerente general del hotel de Mazatlán. Empezó su carrera como practicante en recepción. Hay más casos en la Riviera Maya o en Puerto Vallarta, donde un colaborador empezó como mesero, se desarrolló y luego fue capitán, después gerente de restaurante y ahora es gerente de Alimentos y Bebidas”, destacó Becerra Vázquez.
Aseguró que una de sus mejores prácticas es un simulador en el que las personas sin ninguna experiencia aprenden todo desde puestos básicos. “En el simulador tenemos programas de entrenamiento práctico y teórico para los diferentes puestos, ya sean de atención directa con nuestros clientes o en las áreas de apoyo. Con estos programas la gente puede entrar a planes individuales de vida y carrera”.
De acuerdo con el directivo, entre las ventajas de ayudar a crecer profesionalmente a los colaboradores destaca “contar con la gente que tiene potencial y muchas ganas de quedarse con nosotros. Eso genera compromiso y por eso tenemos abogados o contadores que empezaron como mensajeros o como meseros y encontraron su desarrollo profesional una vez que acabaron su carrera. Por eso tenemos uno de los niveles de retención más altos de la industria hotelera”. RANKING Y HERRAMIENTA El directivo de Grupo Vidanta señaló que la certificación Great Place to Work, en la cual ocupan el cuarto lugar de la categoría de hospitalidad, es más importante como herramienta que como distintivo, pues a lo largo de ocho años ha sido una guía para mejorar sus iniciativas de calidad de vida. “Lo que menos buscábamos era estar en un ranking. Nuestro propósito era conocer objetivamente la opinión de nuestros empleados y vimos que Grate Place to Work nos ofrecía ese grado de objetividad. Por supuesto que la primera vez que medimos el clima laboral no nos certificamos. Eso fue hace más de ocho años, pero a partir de ahí pudimos darnos cuenta de que no vamos a tener clientes satisfechos si no tenemos antes colaboradores felices”.
No todo lo que hace el grupo es ofrecer un plan de vida y carrera para el desarrollo de los colaboradores talentosos, también vela por otras necesidades individuales de los empleados que hacen posible la operación exitosa. “En nuestra estrategia, además de cualquier otro programa que tenga que ver con desarrollo, lo más importante es que cubrimos lo más básico. Como filosofía de empresa tenemos un solo valor, que es el respeto. No tenemos tres, ni cinco, solo uno. Esto se traduce en respeto por nuestra gente, por las leyes y por los clientes. Con los trabajadores no tenemos subcontratación; además, les procuramos transporte cómodo, con aire acondicionado y que cubre las rutas donde viven. Hasta en los comedores para empleados, al igual que en nuestros restaurantes, tenemos chefs, y en la comida utilizamos los mismos ingredientes que usamos para nuestros huéspedes”, detalló el directivo.
El salario competitivo también es un elemento esencial, pero tiene que ir acompañado de propiciar el equilibrio entre la vida personal y la laboral. “Un ejemplo que me encanta compartir es el de nuestras apreciadas camaristas, las encargadas de ver que todo esté bien en el cuarto del cliente. La mayoría es ama de casa, con dos o tres hijos, algunas solteras, pero aun con pareja generan una buena parte del ingreso familiar. Ellas ganan arriba de 4.5 salarios mínimos, lo cual rompe la línea de pobreza y las coloca en la línea de bienestar, pero además de eso cuidamos que tengan un buen balance de vida personal y laboral, dejándoles tiempo para su rol de madres o jefas de familia”. Becerra Vázquez subrayó que el resultado de ese apoyo es que “en la industria hotelera hay una rotación superior a 60 por ciento anual para ese puesto, mientras que nuestra rotación no llega ni a 20 por ciento. Se trata de un efecto muy positivo para ellas y para nosotros”.
El impacto en la calidad de vida, agregó el directivo, “también tiene que ver con la satisfacción del huésped al encontrar gente que lo atienda con una sonrisa auténtica y ganas de servir. En otras partes un trabajador sonríe porque responde a un estándar. Eso es muy diferente a lo que estamos logrando nosotros: que esa sonrisa y ese saludo sean sinceros y naturales; incluso, nuestros clientes nos lo han hecho saber por escrito. Nuestra gente es quien los hace volver una y otra vez y por eso la buena calidad de vida implica un retorno directo de inversión”.