Milenio Hidalgo

LUGARES CON TRADICIÓN

“El cantinero siempre es el mejor amigo del cliente”

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Al caminar por las diferentes calles del Centro Histórico de Pachuca se pueden encontrar diversos negocios, edificacio­nes con más de 100 años de antigüedad, pero al igual que cualquier capital, en México algunos de estos negocios tienen un reconocimi­ento especial.

Se trata de las cantinas de tradición, aquellas donde se respira la buena convivenci­a entre clientes, un ambiente familiar, de hermandad; un hogar para los fieles parroquian­os, un lugar con comida caliente y una cerveza fría para los días calurosos.

La cantina más icónica de la Bella Airosa, sin duda, es el Salón Pachuca, que ha brindado un refugio y una zona de desestrés a sus clientes desde hace ya 106 años, una de las pocas cantinas botaneras que han sobrevivid­o a lo largo del tiempo y que tiene una gran tradición en la capital hidalguens­e.

“El cantinero siempre es el mejor amigo del cliente”, afirmó Mateo Martínez Rubio, quien ha pasado más de 26 años detrás de la barra de este establecim­iento, “este negocio es muy bonito, siempre conoces a muchas personas, vives sus alegrías y sufres con sus tristezas, pero siempre son más los buenos momentos que se viven aquí, gracias Dios este lugar siempre ha sido un ambiente familiar, todos somos familia aquí dentro”.

Mientras servía otra cerveza en un tarro, Mateo recordaba los buenos momentos dentro del establecim­iento, “vienen a celebrar de todo aquí, desde el nacimiento de un hijo, hasta que vienen a despedirse de un ser querido, uno se vuelve parte de todo, de la vida de los clientes; al final, como cantineros somos los mejores amigos de los clientes, somos parte de sus vidas”.

A pesar de la idea que se tiene de que las cantinas son lugares exclusivos para hombres con gusto por la bebida, Mateo dijo que es una idea que ha cambiado a lo largo de los años, siendo ya un lugar que recibe a familias enteras y eso le deja una gran satisfacci­ón, “hasta hace como 15 años era muy raro ver siquiera que una mujer entrara a la cantina, ahora vienen hasta familias enteras y eso habla mucho de que el lugar es tradiciona­l, busca la unión familiar y la sana convivenci­a”.

Reconoció que dentro de la cantina hay de todo tipo de clientes, “hay gente buena, gente mala, se conoce de todo, pero aquí todos somos iguales y eso no cambia que a todos se les trate igual, todos son clientes, son hermanos y son bienvenido­s”.

A pesar de ser un establecim­iento que ofrece bebidas alcohólica­s, Mateo Martínez reconoció que nunca ha habido una situación fuerte entre los clientes o alguna memoria que guarde que le cause dolor o algún conflicto, “es feo cuando te enteras de clientes que ya se nos fueron, que los ves una semana y a la siguiente te dicen que falleció; cuando quieren entrar a tu negocio a robar; pero eso sólo te hace más fuerte y te hace echarle más ganas; además, yo creo que no hay nada más maravillos­o que ver la sonrisa de un cliente que se va por la puerta sin estrés, sin preocupaci­ones, con una buena comida y una buena cerveza fría... este trabajo es lo mejor”.

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Mateo Martínez, desde la barra del Salón.

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