Las dos disputas en Coahuila
El PRI vive momentos difíciles. Todo partido gobernante padece tal situación. Es un tema global y local. La alternancia es lo que prevalece y hay situaciones en las que los partidos tradicionales pasan al asiento de atrás de la historia
En Coahuila se van a dar dos competencias: la de partidos y candidatos en la lucha por la gubernatura y la de las encuestas tradicionales con la verdad. En lo primero, el tema de fondo es el poder del voto para sancionar el abuso. Allí, la alternancia es lo fundamental; sin embargo, la fragmentación de la oposición en tres candidatos competitivos le da un carácter singular e incierto a la competencia. No es el PRI el que ha gobernado los últimos 12 años, han sido dos muy diferentes y confrontados hermanos. De hecho, dos de los candidatos opositores, auténticos y decididos, vienen del PRI, Javier Guerrero, independiente, y Armando Guadiana, de Morena.
El PRI vive momentos difíciles. Todo partido gobernante padece tal situación. Es un tema global y local. La alternancia es lo que prevalece y hay situaciones en las que los partidos tradicionales pasan al asiento de atrás de la historia. Con o sin razón, son prontamente condenados por la indignación que mueve a la sociedad contemporánea. Sucedió recientemente en la segunda vuelta en Francia y en Estados Unidos los protagonistas más atractivos al electorado fueron dos antisistémicos: por la izquierda, Bernie Sanders, y por la derecha, Donald Trump. Pero el PRI no puede ver lo que acontece solo como tema global; debe entenderse en su propia crisis y circunstancia. Dejar que los gobernadores se reproduzcan en el poder, como aconteció en Coahuila, fue un error porque despojó al partido de su identidad y proyecto para trasladarlo a un grupo cerrado y refractario a los demás, incluyendo a los priistas.
Inexplicable, que el PRI dejara que el gobernador impusiera su candidato, Miguel Riquelme. En sí mismo es indeseable porque cierra la puerta a la renovación y a la inclusión. En Coahuila, el PRI tiene una larga historia digna, valores y personalidades que por igual se inspira en la épica de la Revolución con Madero y Carranza, que en el reparto agrario en La Laguna del general Lázaro Cárdenas. Pero el PRI de la Ciudad de México no entendió el agotamiento ético y político del moreirismo, le dio permiso para seis años más en el poder. Llama la atención que los priistas más ortodoxos y leales simpaticen con Javier Guerrero.
Las encuestas, buenas y malas, auténticas y tramposas, se han vuelto actores muy imprecisos e inexactos para narrar el estado de la contienda. Los fracasos son abrumadores y crecientes. Nadie se da por aludido. Ayer, Liébano Sáenz en Paralaje de
MILENIO exponía el contraste predictivo de las encuestas tradicionales que hacen del candidato independiente Javier Guerrero con cinco puntos de intención de voto, con las encuestas disruptivas de corte digital que le dan más de 20. Estos estudios dicen que es el único candidato que puede disputar el triunfo a Guillermo Anaya, del PAN, y que Armando Guadiana superaría al candidato del PRI si la elección ocurriera sin la oprobiosa movilización a costa del dinero público.
Será desastroso para la investigación conindependientes vencional y para medios como Reforma que el candidato que fue presentado con unos cuantos puntos porcentuales estuviera en la final de la contienda disputando el triunfo. La sensibilidad de muchos así lo hace sentir e, incluso, un buen cierre y una buena estrategia en los días que quedan puede llevar a Javier al triunfo. De cualquier manera, él ya ganó cualquiera que sea el desenlace. Su campaña, con Carlos Rojas al lado, ha sido una lección cívica que honra a la política y será deseable que la disputa por el poder en lo sucesivo se hiciera con ese nivel de civilidad, respeto y entrega. La heterodoxa investigación digital con
Leviatán a la cabeza dice que Memo Anaya es el candidato a vencer, muy por arriba del candidato del PRI, Miguel Riquelme. El único que le disputa el triunfo es Javier Guerrero. Armando Guadiana ha hecho una buena campaña arropado por Morena, que vive un buen momento en todo el país. José Ángel Pérez, del PT, también ha hecho lo suyo a contrapelo de las dificultades que implica un partido históricamente marginal. Se habla de declinaciones; de acontecer, no cambiaría el hecho de que habrá alternancia, aunque sí el viraje a la izquierda o a la derecha, que para Moreira sería mejor a la derecha. Eso dicen las encuestas digitales. La narrativa de las convencionales es que el PRI puede ganar, que estaría empatado con el PAN y que las demás opciones, especialmente, la de Javier Guerrero, sería electoral y políticamente irrelevante.
Menos de dos semanas de campaña para conocer un desenlace a todas luces histórico y trascendente para las dos contiendas: las de partidos y candidatos en la lucha por el poder y el de las encuestas en su dificultoso encuentro con la verdad.
Allí, la alternancia es lo fundamental; sin embargo, la fragmentación de la oposición en tres candidatos competitivos le da un carácter singular e incierto a la competencia