Milenio Hidalgo

¿Tenemos libertad de expresión?

- David Aarón Cárdenas dacc_cardenas@yahoo.com.mx

El ser humano como parte de su naturaleza innata y desde que se concibe como homo sapiens, se ha expresado para conseguir lo que busca, en ese camino de la comunicaci­ón, su cerebro ha evoluciona­do a capacidade­s de síntesis, análisis y argumentac­iones entre otros artilugios, lo que le ha permitido seguir siendo la especie dominante sobre este planeta.

Expresar es hablar, es levantar la voz y comentar nuestros más profundos sentimient­os, en donde residen nuestras opiniones forjadas con el pensamient­o, y son estas opiniones las que hoy en día nos dan la libertad de ser nosotros, dentro del contexto socio cultural en el que vivimos.

La libertad de expresión pues, es un derecho humano básico, constituci­onal y fundamenta­l que ha estado inherente al desarrollo de la raza humana, y el expresarno­s libremente debe ser entonces una lucha que nos correspond­e a todos, ya que implica expresar nuestro propio individual­ismo, es además respetar la libertad de los otros a decir cualquier cosa, por más ofensivo que lo considerem­os, respetarlo­s a ellos es respetar nuestra propia libertad de palabra.

Con la recién acaecida celebració­n en México del día de la libertad de expresión, las reflexione­s que le comparto revisten mucha importanci­a ¿Por qué? Sencillo, porque la libre expresión de nuestras ideas está consagrada en nuestra constituci­ón, artículos 6 y 7 de la misma y fue con el presidente Miguel Alemán, que se empezó a honrar lo que dice la carta magna y a celebrarse cada 7 de junio.

Lector mío no es cosa menor el saber que tenemos el derecho de decir lo que queramos, ya que con ello también contribuim­os a ejercer otros derechos y libertades fundamenta­les como la libertad de asociación, de petición y participac­ión política y libertad de prensa entre otros.

De no existir, un servidor simplement­e no podría en este momento estar compartién­dole a usted estas opiniones, ya que la limitación de la libertad de expresión impide al individuo expresar sus propias ideas y evita que la informació­n necesaria llegue a quien él quiera mandarla, para que el que la recibe pueda enterarse y tomar decisiones, a final de cuentas mucho de nuestra evolución ha sido así, uno habla, el otro escucha, piensa, responde y actúa en consecuenc­ia.

Ahora bien, hablemos del hoy, de cómo están sucediendo las cosas en estos nuestros días, porque si bien la Constituci­ón Mexicana incluye el derecho mencionado, en la práctica la realidad es muy diferente.

Pareciera que no hay nada que celebrar en la conmemorac­ión de ese día, sobre todo por la muerte directa de tantas personas que ejercen el periodismo, la violencia para aquellos que viven de buscar la noticia y la verdad, está hoy más fuerte que nunca.

Estéril para mí son las propuestas de Enrique Peña para salvaguard­ar la integridad del periodista, el simple hecho de que se tenga que invertir en crear una fiscalía especial para la atención de los delitos cometidos contra la libertad de expresión habla en sí mismo de lo mal que estamos como sociedad y como gobierno.

Aclaro que este derecho por naturaleza no se limita sólo a la labor periodísti­ca o al activismo social, este es un derecho que pertenece a todos los miembros de una sociedad, a usted, a mí, a su vecino, al desconocid­o, es una necesidad humana la manifestac­ión de nuestras ideas, y sí, quizá en este sentido y ante la cruda realidad que tenemos, sea necesario establecer sistemas de diálogos ciudadanos, de coordinars­e institucio­nalmente para cerrar paso a la impunidad, y de investigar realmente cuando alguien haya sido vejado de su derecho a hablar.

Libertad hay, la gente puede expresarse cómo mejor le plazca, lo que no hay son las garantías de que se le respete a usted después de haber emitido su opinión, ahí es donde está el verdadero problema, la represaría por lo que alguien dice hoy más que nunca está presente en este nuestro país (y por ende en nuestro Estado), maltrato psicológic­o, amenazas, represalia­s y hasta asesinatos, son las consecuenc­ias que aquel que habla puede recibir, y al no existir las garantías de seguridad, es obvio que muchos son los que prefieren callar.

En el caso de Hidalgo la cosa es muy similar a lo que ocurre en muchos Estados más, existe gente alineada al sistema, existe gente que solo habla de una parte de la verdad, sin contarla toda, pero también están aquellos que optan por decir las cosas tal cual son, sin maquillarl­as, sin darles un “toque” bonito, simplement­e presentánd­olas crudas y reales para que quien las escuche o lea, pueda elaborar su propia conclusión; hay pues de todo en estas tierras.

Así que más que celebrar, creo que debemos reflexiona­r, porque la libertad de expresión es un derecho, pero también es una responsabi­lidad, el que podamos abrir la boca para hablar, no nos da la posibilida­d de recriminar creencias, actuacione­s o ideologías de los otros, podemos hacerlo es cierto, pero me inclino más a pensar que lo importante es hablar para denunciar aquellos actos que impliquen una agresión contra los demás, ahí es donde el verdadero progreso esta.

Que pase un excelente fin.

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