Investigar y comer
En esta investigación faltan Perry Mason (personas sin edad, ni pregunten), Glen Close en su papel irrepetible de Damages y los protagonistas de Law and Order. Somos muy raros, pasamos de amenazar a las supuestas víctimas de un espionaje a formar un equip
Gil está impresionado. El asunto del espionaje telefónico a periodistas, defensores de derechos humanos y activistas contra la corrupción ha dado unas vueltas aparatosas: primero la negativa del gobierno, a mí que me esculquen; luego, la molestia, casi la amenaza del Presidente de la República, a quién o a qué hemos dañado, vamos a investigar a estas víctimas porque ya me tienen hasta el copete; más tarde, en Lagos de Moreno, un Presidente menos descompuesto dijo que había confusión y que él era el primero en defender la libertad de la expresión; no había terminado el relato del espionaje: la Procuraduría General de la República anunció que ha integrado un “grupo de apoyo técnico” en el que participarán el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés), un organismo dependiente de las Naciones Unidas (ONU), de la Asociación Mundial de Operadores Móviles (GSMA), del Instituto Politécnico Nacional, entre otras instancias. Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, titular de la Fiscalía para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión, informó sobre este plan de investigación ministerial.
Ausencias
Por cierto, en esta investigación faltan Perry Mason (personas sin edad, ni pregunten), Glen Close en su papel irrepetible de Damages y los protagonistas de Law and Order. Somos muy raros, pasamos de amenazar a las supuestas víctimas de un espionaje a formar un equipo de apoyo de dar miedo y mieda.
Si viviera John Edgar Hoover, primer director del FBI, sería contratado por el gobierno para aclarar el espionaje. Gil tiene miedo: si el gobierno resultase culpable, ¿a quién acusar? Si Gil fuera Raúl Cervantes, estaría temblando de angustia y desesperación. En fon, igual y nada pasa.
En la edad del simulacro todo puede ser real, todo puede ser ficción. No manchen, ¿el FBI para investigar el espionaje local realizado a un grupo prominente de miembros de la vida pública? ¿La ONU? En fon, correcto si el gobierno es el principal sospechoso hay que traer a Merkel y Macron, representantes hoy en día de las principales democracias de Occidente.
Oye, Angela, ¿cómo ves este asunto del espionaje mexicano? Mira, Emmanuel, el asunto está muy complicado, yo compré unos Pegasus y nadie me vio ni el polvo, pero estos mexicanos son medio weyes,
vernachlässigt es la palabra exacta, Emmanuel. Sí, Ángela, de plano con ellos no hay modo, la negligence, es que de veras. Tendremos que dar nuestro veredicto: si espías y te descubren, todo se jodió. Ahora mal sin bien, Ángela, ¿quién puede contra una primera plana de The
New York Times? Regresemos, Emmanuel, a nuestros países, pues tenemos cosas importantes que hacer. Adiós, nos vemos.
Javidú
Gil no da rédito y cobranza. Javier Duarte compareció ante los tribunales de Guatemala. Pelo corto y barba larga, sonrisa amplia. Todos se preguntan de qué se ríe Duarte. Solo Gamés lo sabe y lo desvela aquí en esta página del directorio. Antes de comparecer le llevaron a su celda unos chilaquiles rojos de antología con sus frijoles refritos, unos panes tostados con mantequilla que remojó en un café con leche de Guatemala. Luego le entró a unos hot cakes con su miel y su mermelada. ¿Usted no sonreiría? He aquí la revelación que solo MILENIO ha publicado gracias a Gilga.
Ahora mal sin bien. Si a usted le dieran 30 gotas de Rivotril, Gamés le jura que sonreiría antes de saltar al más negro abismo: un gran desayuno y benozodia cepinas. Oigan esto: “Por considerar estas acusaciones infundadas, ligeras, vagas e imprecisas. Y por dos acusaciones irrisorias he decidido allanarme para enfrentar lo más pronto posible la justicia ante las autoridades judiciales de mi país. Acepto la extradición”. Javidú se despidió de mano de las autoridades como si se encontrara allá en la Parroquia del Puerto de Veracruz y luego entre una nube de reporteros les pidió que tuvieran cuidado, no fueran a caerse. El Gordo goloso se las trae. Quizá pensaba en un mazapán escondido que llevaba en la bolsa de su pantalón. Gordó ladrón.
Gil se acercó al ventanal donde reventaba la lluvia y repitió de memoria esta frase de Nietzsche que encontró tirada en la duela de cedro blanco: La política es el campo de trabajo de ciertos cerebros mediocres.