¿Seis meses de una presidencia marxista?
En fiesta reciente, un amigo, ligeramente tocado por Baco, recordaba a los estadunidenses hermanos Marx, quienes por sus dotes artísticas, ingenio y humor, con mucho éxito incursionaron en cine, teatro y radio, en particular Groucho, Chico y Harpo.
Así, para caracterizar los primeros 180 días del gobierno y probar el marxismo de Trump, inició con una clásica de Groucho: La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados…
El presidente, argumentó, no ha resuelto los “problemas” que desde su perspectiva radical y dogmática identificó en campaña, precisamente por su falta de rigor en el análisis y sus confusiones, ignorancia y decisiones erradas; y, por ello, se ha generado conflictos que lo enredan gravemente y lo tienen con apenas 36 por ciento de aprobación.
Asimismo, aseveró que los Marx hubiesen envidiado las ocurrencias del mandatario: Yo fui elegido por los ciudadanos de Pittsburgh,
no de París, explicó al retirar a Estados Unidos del Acuerdo sobre el Cambio Climático. Aunque todo indica que Macron ya lo hizo entender que el convenio es para beneficio de la humanidad y no solo de los parisinos…
Luego, nos propuso imaginar un diálogo marxista sobre el Rusiagate, en el que Groucho, dijera: Si él se hubiese recusado antes del trabajo, yo hubiera dicho: ‘Gracias, Jeff, pero no voy a llevarte; y Chico, respondiera: Tengo el honor de servir como fiscal general. Nos encanta este trabajo; para concluir asegurando que, en la parodia, Sessions hubiera renunciado inmediatamente...
Y, siguiendo su argumento, recordaba que Trump denostaba a Obama cuando tomaba vacaciones, pero en agosto dispondrá varios días para descansar en su club de golf, e
invocó otra infaltable de Groucho: Estos son mis principios. Si no les gustan tengo otros. No salía de mi asombro cuando nos recetó con fuerza: No queremos que otros líderes y otros países se rían más de nosotros. Candorosamente pregunté cuál de los carnales Marx lo había dicho. ¡Uf! Alegó que el aprendiz hubiese sido un gran guionista de dichos cómicos.
En pleno vuelo, citó otra de Groucho: Es mejor permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente, y propuso modernizar el proverbio: Es mejor permanecer sin tuitear…
Y al borde del éxtasis, gritó: …la buena noticia es que ya le queda menos tiempo en el poder que al principio. Ya no investigué si ésta era de él, de un Marx o hasta del filósofo de Güemes, porque de repente volví a sentir la angustia y preocupación que me invaden desde el pasado 20 de enero... M