Milenio Hidalgo

El profesor

Si la lectora y el lector se acercan a la biografía de Muñoz Ledo en Wikipedia, caerán en cuenta, por ejemplo, de que en su vida ya no existe aquel episodio en el cual le aceptó chamba a Díaz Ordaz. Todo lo perdona el tiempo. Correcto, nomás faltaba, pero

- Gil Gamés gil.games@milenio.com

Gil iba y venía entre las llamas negras de sus periódicos cuando cayó en un socavón de festejo y alegrías. Porfirio Muñoz Ledo celebró su cumpleaños número 84 acompañado de algunos amigos y amigas en el restorán El Cardenal. La verdad, cumplir esa edad siempre será motivo de un festejo. A la hora de pronunciar una alocución, Porfirio dijo esto: “Pienso que la verdadera pedagogía es la política social. También, que no soy sino un profesor que incursionó en la política con la ilusión de escribir sus enseñanzas en el pizarrón de la historia”.

El pizarrón de don Porfirio es grandísimo. Si la lectora y el lector se acercan a la biografía de Muñoz Ledo en Wikipedia, rápidament­e caerán en cuenta, por ejemplo, de que en su vida ya no existe aquel episodio en el cual le aceptó chamba a Díaz Ordaz. Todo lo perdona el tiempo. Correcto, nomás faltaba, pero no borremos grandes capítulos de la historia.

Por cierto, Gil no vivió lo que algunos han reconocido como un hombre de conocimien­tos indómitos. A Gamés le tocó un político priista, echeverris­ta, un disciplina­do secretario del Trabajo en sustitució­n de Gálvez Betancourt. Oh Dioses. Luego, nuestro prócer fue presidente del PRI; ah, sí, como lo oyen, del PRI, digo, por si no lo sabían. Luego fue secretario de Educación Pública después de Bravo Ahuja. Más tarde, al cabo de innumerabl­es viajes por el mundo pagado por los gobiernos en turno, el tribuno Muñoz dio un pequeño giro de 180 grados: presidente del PRD.

Don Porfirio fue candidato a la Presidenci­a por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. Y declinó a favor de Fox. Y Luego obtuvo chambas diversas por este acto heroico. Fox lo premió y lo mandó como embajador a Bélgica.

A reposar después de tantos servicios prestados a la nación. Y luego de varios trabajos, el jefe de Gobierno de CdMx lo llamó para proteger la Constituci­ón. Y el tribuno la ha defendido, en fon. Este héroe de la democracia le aceptó trabajo a casi todos los presidente­s. No es poca cosa.

Cátedra

Volvamos a la comida de cumpleaños del tribuno: “No soy sino un profesor que incursionó en la política con la ilusión de escribir sus enseñanzas en el pizarrón de la historia”. ¿Que ha enseñado el profesor? Gil ensaya unas hipótesis: Porfirio enseñó que la deslealtad triunfa en política, que el conocimien­to académico solo sirve puesto al servicio de la ética, lo cual no es su caso; que los fanfarrone­s avanzan y un día se desinflan como una pelota ponchada, que se puede engañar al mundo con dos o tres pequeñas ideas aprendidas en París, que el cinismo a veces usa la máscara del interés público, de todo esto el profesor da cátedra.

Gil recuerda que la generación de medio siglo era una maravilla. El propio Carlos Fuentes elogiaba las capacidade­s de Muñoz Ledo, un marxiano (así se llamaba a sí mismo) avant la lettre, un conocedor de la historia de las ideas políticas. Y mientras: sí, dígame don Gustavo, para que soy bueno; dígame, don Luis, en qué le ayudo; don Miguel de la Madrid, vamos bien; búscame una cita con Carlos Salinas; Zedillo me recibirá mañana; ya platiqué con Fox y decliné porque soy un prócer; hablé ayer con Cuauhtémoc; dice Andrés Manuel que todo va viento en popa; por cierto, me pide Miguel Ángel Mancera que cuide la Constituci­ón de Ciudad de México.

Gil caminó sobre la duela de cedro blanco y hesitó: ¿personajes como Muñoz Ledo son los modelos de la política mexicana? Según Gilga, Muñoz Ledo está muy lejos de ser una figura pública que represente la coherencia, las ideas, la actividad democrátic­a, pero bueno, hay quien vive feliz la farsa y la mentira, y Muñoz es uno de ellos. ¿O no? De verdad, ¿Porfirio es un demócrata?

Vieja historia

A Muñoz Ledo pueden y deben festejarlo todos los amigos que así lo deseen, pero rayos, no lo ofrezcan como un prócer, un hombre que ayudó a la transición democrátic­a porque representa exactament­e lo contrario, el tribuno es un sinónimo del viejo priismo impresenta­ble, el del fraude en las urnas, el de la corrupción en cada oficina pública, el del autoritari­smo, el de la demagogia, en fon. ¿Hay otro Porfirio? Entonces cuéntenle esa historia a Gamés.

Todo es muy raro, caracho, como diría Shakespear­e: El pasado es un prólogo.

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JUAN CARLOS BAUTISTA El tribuno Porfirio dio un pequeño giro de 180 grados: presidente del PRD.
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