Para combatir esta era
A Gamés no le gusta que a los racistas y a los fascistas les llamen simplemente “supremacistas”. Esta palabra no dice lo suficiente de esa forma de violencia inadmisible en cualquier cultura democrática
Gil se enteró del atentado en las Ramblas de Barcelona que le costó la vida a 13 personas y dejó 50 heridos, 10 de ellos graves. El video de su periódico El País recogido de un celular minutos después del atentado en el cual una furgoneta sube a la Rambla y atropella a la multitud es sencillamente atroz. Esto ocurre en la misma semana en la cual Donald Trump ha apoyado a los supremacistas blancos. A Gamés no le gusta que a los racistas y a los fascistas les llamen simplemente “supremacistas”. Esta palabra no dice lo suficiente de esa forma de violencia inadmisible en cualquier cultura democrática. Gamés leía y subrayaba un libro: Para combatir esta era: consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo, un libro que llegó a sus manos debido a una recomendación de Silva-Herzog Márquez. Gil arroja sin más preámbulo estos subrayados en esta página del directorio:
El hecho de que el fascismo ganara poder político en Italia y en Alemania fue, en gran medida, resultado de la arrogancia, así como la cobardía y la perfidia de las elites sociales. La arrogancia y la sobrestimación de las capacidades personales del Partido Católico Burgués y el Partido Nacional Alemán cuando, en 1932, se alegraron de la llegada de Hitler y sus secuaces al poder. Supusieron que podrían mantenerlo bajo control y utilizar los errores que llegara a cometer para eliminarlo políticamente. Perfidia y cobardía exhibieron los socialdemócratas alemanes —sí, la oposición—, que le dieron su voto de confianza por temor a perder aun más apoyo entre los electores.
Se suponía que teníamos que aprender de la Historia.
Primera lección. Primo Levi: “Ha ocurri- do contra las previsiones; ha ocurrido en Europa; increíblemente ha ocurrido que un pueblo entero civilizado, apenas salido del ferviente florecimiento cultural de Weimar, siguiese a un histrión cuya figura hoy mueve a risa; y sin embargo, Adolf Hitler ha sido obedecido y alabado hasta la catástrofe”.
Segunda lección. Theodor W. Adorno: “La única fuerza verdadera contra el principio de Auschwitz sería la autonomía, si se me permite valerme de la expresión kantiana; la fuerza para reflexionar, de autodeterminarse, de no entrar en el juego”.
Tercera lección. Winston Churchill: “Tenemos que construir una especie de Estados Unidos de Europa, y sólo de esta manera cientos de millones de trabajadores serán capaces de recuperar las sencillas alegrías y esperanzas que hacen que haga la pena vivir la vida. El progreso es sencillo. Todo lo que se necesita es el propósito de cientos de millones de hombres y mujeres, de hacer el bien en vez del mal y de obtener como recompensa bendiciones en lugar de maldiciones”.
Cuarta lección. Thomas Mann. “Ninguna conferencia, medida técnica, institución jurídica, ni idea de gobierno mundial lograrán avanzar ni un ápice en dirección a un nuevo orden social sin que se desarrolle antes un clima espiritual alternativo, una nueva sensibilidad hacia la nobleza del espíritu”.
Quinta lección. Albert Camus: “La historia tiene, quizás, un final; nuestra tarea, sin embargo no consiste en terminarla, sino en crearla a imagen de lo que en adelante sabemos que es cierto (…) ¿Se puede rechazar eternamente la injusticia sin dejar de proclamar la naturaleza del hombre y la belleza del mundo? Nuestra respuesta es afirmativa. Esta moral, al mismo tiempo insumisa y fiel, es, en todo caso, la única que ilumina el camino de una revolución realmente realista. Manteniendo la belleza, preparamos ese día de renacimiento en que la civilización pondrá en el centro de su reflexión, lejos de los principios formales y los valores degradados de la historia, esa virtud viva que fundamenta la común dignidad del mundo y del hombre.
No aprendimos estas lecciones y es por eso que ya han sido olvidadas (…) Camus y Mann declaran que el fascismo es un fenómeno político que no ha desaparecido con el fin de la guerra y que pervive como la politización de la mentalidad del rencoroso hombre-masa. Esa una forma de política empleada por los demagogos, cuyo único móvil es la ejecución y la ampliación de su poder, para lo cual explotarán el resentimiento, señalarán chivos expiatorios, incitaran el odio, esconderán un vacío intelectual debajo de eslóganes e insultos estridentes y convertirán el oportunismo político en una forma de arte con su populismo”.
Sí: los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras se acerca el camarero con la bandeja que sostiene el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular por el mantel tan blanco la frase de Umberto Eco: “El fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente, sino un mensaje para desestabilizar el enemigo”.