Almas buenas
Como en el caso de otros crímenes, éste lo quieren comprender algunos comentaristas... Los culpables de los muertos en Barcelona están en los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, la OTAN. Según Roitman, la célula yihadista es responsable, pero no culpable
Gil había leído en su periódico El
País que hubo víctimas de 35 países en el atentado de Barcelona. Los hechos en los 500 metros de La Rambla por los cuales circuló la furgoneta conducida por un muchacho marroquí que atropelló a decenas de personas hasta dejar más de 100 heridos y 14 muertos se añade a los terribles y más recientes atentados perpetrados por células yihadistas. Todas las víctimas civiles forman parte de una ciudad cosmopolita. Gamés ya había notado que como en el caso de otros crímenes, éste lo quieren comprender algunos de nuestros comentaristas. Gilga lo leyó en su periódico La Jornada en un artículo de Marcos Roitman Rosenmann: “Sabemos quiénes son los culpables, aquellos que cometen el delito, pero los responsables residen en la Casa Blanca, el Pentágono, el 10 de Downing Street, el palacio del Eliseo, o la sede de la organización del Tratado del Atlántico Norte. No hay que extrañarse: la Unión Europea y Estados Unidos han sido los causantes del nuevo terrorismo que asola sus ciudades. El resto es tirar balones fuera”.
Lo de los balones fuera, considerémoslo un énfasis deportivo; el resto, no. O sea: los culpables de los muertos atropellados por la furgoneta que conducía un joven enloquecido por el fanatismo están en los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, la OTAN. Según Roitman Rosenmann, la célula yihadista es responsable, pero no culpable. Gamés se dio un manazo en la frente: mecachis con los comentaristas: “Los ataques a las Torres Gemelas fueron la culminación de ese hastío y marcó un punto de inflexión. Bajo la declaración de guerra contra el terrorismo islámico se confundió, manipuló y presentó a una cultura milenaria y una religión, la musulmana, como la causante de todos los males en el mundo”.
Fanatismo
Gil sabe que las expresiones de Roitman Rosenmann no son islas a la deriva; al contrario, forman parte de un continente de opinión que sostiene que los actos terroristas son reacciones a terribles agresiones de Occidente. Gilga encontró antídotos para esa verdad, ¿qué sería de la vida sin esos poderosos archipiélagos antialérgicos?
Gil intentaría pergeñar unas cuantas líneas sobre el asunto, pero sería ocioso. Vargas Llosa lo escribió en su periódico El
País: “La explicación está pura y simplemente en el fanatismo, aquella forma de ceguera ideológica y degeneración moral que ha hecho correr tanta sangre e injusticia a lo largo de la historia. Es verdad que ninguna religión ni ideología extremista se ha librado de esa forma extrema de obcecación que hace creer a ciertas personas que tiene derecho a matar a sus semejantes para imponerles sus propias costumbres, creencias y convicciones”.
Oigan esto y no se espanten ni empiecen con la cantaleta de que el Vargas Llosa ese es de derecha, por piedad: “El terrorismo islamita es hoy día el peor enemigo de la civilización. Está detrás de los peores crímenes de los últimos años en Europa, esos que se cometen a ciegas, en blancos específicos, a bulto, en los que se trata de herir y matar no a personas concretas, sino al mayor número de gentes anónimas, pues, para aquella obnubilada y perversa mentalidad, todos los que no son los míos —esa pequeña tribu en la que me siento seguro y solidario— son culpables y deben ser aniquilados”. ¿Cómo la ven?, dicho esto sin la menor intención de un albur fanático.
Suplantación
A Gamés le inquieta que todos sus compañeros columnistas rompan el vidrio de emergencia y carguen con el extintor de las vacaciones para apagar el fuego de la rutina y el cansancio. Así se retiró unos cuantos días el director Marín de la primera plana de su periódico MILENIO. Para que la lectora y el lector no extrañen mucho a su director Marín, Gilga les ofrece una breve imitación. Aquí va: El asfalto y la sazón Ojetes terroristas Carles Morán Ahora resulta que los culpables de los atentados de Barcelona se encuentran en la Casa Blanca. ¡Ah, chingá! Nomás faltaba. Ahora resulta que los asesinos de tantas personas no son los asesinos de tantas personas. Con el perdón de los compañeros: no mamen. De verdad, los atentados han sido pergeñados por fanáticos infames. Ahora resulta, carajo. Me enseñaron mis viejos maestros de periodismo que nadie come (a) lumbre, ni se baña en la misma tina dos veces. Los terroristas son ojetes y amenazan los valores de la democracia. ¿De acuerdo?
Así las casas (muletilla pagada por Grupo Higa), Gamés promete que apoyará a sus compañeros y cuando partan a la vacación, Gil pondrá en los espacios adoloridos de vacío las columnas: “Dura e irreparable”, “Chía con chía”, “Encriptado”, con el aforista “Dondestán”, y otros compañeros queridos y cercanos, en fon. Nos vemos mañana, pero en secreto.
Savater en el amplísimo estudio: Todo terrorismo implica un chantaje: dame lo que te pido o atente a las consecuencias (…) La gran artimaña de los terroristas es esconderse entre la población civil a la que amenazan.