Afganistán: la guerra más larga de EU
Donald Trump anunció un viraje en su política hacia Afganistán con un reinvolucramiento militar —pese a haber prometido limitar la intervención de EU en el extranjero en aras de su America First—, y lo hace a tres semanas del aniversario número 16 de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra EU; seguidos, el 7 de octubre, de la invasión a Afganistán para desalojar del poder al Talibán, anfitrión de Osaba bin Laden, cerebro del 11-S. El Consejo de Seguridad de la ONU se sumó a la intervención con su Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), que luego sería controlada por la OTAN a nombre de medio centenar de países. Todo esto en el marco de la improvisada Doctrina Bush de “legítima defensa”, según la cual no hay distinción entre grupos terroristas y los países o gobiernos que los prohíjan. En dos semanas, EU derrotó a los talibanes, en el poder desde 1996 tras el colapso de su vecino cercano, la URSS, derrotada a su vez en la belicosa Afganistán tras casi diez años de intervención. Ya en el siglo XIX, las huestes de la Reina Victoria habían sido aplastadas por los afganos, siempre celosos de ese estratégico cruce de caminos entre Asia Central, Eurasia, India, China y Oriente Medio, con 35 millones de habitantes cuya esperanza de vida es de apenas 49 años. Afganistán es uno de los siete países más pobres del mundo aunque su suelo es rico en petróleo, gas natural, cobre, oro, mineral de hierro, cromo y piedras preciosas y semipreciosas. No menos atractivo: el multiétnico país de 653 mil kilómetros cuadrados sigue siendo de lejos el primer proveedor mundial de amapola para opio (80% de la producción), un lucrativo negocio que atiende la demanda de heroína de Europa y Asia principalmente.
En su pico más alto, la guerra en Afganistán —la más prolongada de EU desde 1776— llegó a sumar 100 mil soldados (2011), bajo Barack Obama, que tampoco pudo resolver la ecuación asiática. Los soldados afganos muertos suman unos 20 mil y los civiles 100 mil, según el New York Times. Del lado de EU murieron 2,400 soldados y 20 mil fueron heridos, además de invertir el país unos 840 mil millones de dólares en seguridad y reconstrucción.
Hasta ayer, EU tenía desplegados 8 mil 400 militares en apoyo a misiones de seguridad y mantenimiento del orden, aunque según el Brookings Afghanistan Index 2017, el número de contratistas militares privados de firmas anglosajonas como Blackwater triplica su cifra de soldados en el terreno. La guerra le ha costado al Pentágono más de 800 mmdd en 15 años y según Le Monde las sumas vertidas desde 2001 sobrepasan lo destinado por el Plan Marshall a la reconstrucción de Europa en 1945.