Diplomacia cultural
México no debe ser intervencionista porque no somos una potencia militar; el Ejército está concentrado en tareas internas de seguridad nacional, de ayuda a la población en casos de desastre, y en el combate al narcotráfico
Inicié mi carrera diplomática hace casi 40 años, cuando el mundo vivió la
guerra fría y México desarrolló una de las gestas diplomáticas que más prestigio internacional le dio al país: encontrar una solución pacífica al conflicto en Centroamérica.
El Grupo Contadora, integrado por Colombia, México, Panamá y Venezuela, encontró la resistencia de Estados Unidos (EU). Ronald Reagan estaba obsesionado con la supuesta expansión del comunismo en la zona e intentó derrocar al gobierno sandinista apoyando a los Contras.
Reagan fracasó en parte por la diplomacia mexicana y por el escándalo IránContras, la ilegal maniobra de desviar dinero a los antisandinistas con la venta de armas a Irán, país sujeto a un embargo internacional.
En este contexto, estoy convencido de que siguen vigentes los principios de política exterior consagrados en la Constitución: la solución pacífica de las controversias, la no intervención en los asuntos internos, la igualdad jurídica de los Estados, la promoción de derechos humanos, etcétera.
Juzgo equivocada la reciente moda de cuestionar la vigencia de los principios constitucionales por parte de novatos funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Arguyen que los principios son un corsé para la política exterior, como si México fuera una potencia intervencionista.
México no debe ser intervencionista porque no somos una potencia militar. El Ejército mexicano está concentrado en realizar tareas internas de seguridad nacional, de ayuda a la población en casos de desastre, y en el combate al narcotráfico.
Por eso, nuestro país debe apegarse siempre al derecho internacional, nuestra mejor defensa ante cualquier amenaza externa.
Por otro lado, el desarrollo tecnológico de los medios de comunicación ha tenido un considerable impacto en el ejercicio de la diplomacia moderna.
En primer lugar, se ha reducido el hermetismo con que se practicaba la antigua diplomacia. Aunque se mantiene el necesario sigilo durante las conversaciones en curso, ahora se practica una diplomacia más abierta. El problema es que los diplomáticos en general no son buenos comunicadores porque se sienten más cómodos en el secretismo.
En segundo lugar, el tiempo ha cambiado. Ahora el ritmo es más veloz. Es casi instantáneo. En uno de sus libros, Octavio Paz me escribió la siguiente dedicatoria: “Para Agustín Gutiérrez Canet, quien sabe que la diplomacia es como el periodismo pero en cámara lenta”.
Paz acertaba cuando escribió esas líneas en 1990. Sin embargo, hoy los diplomáticos usan cuentas de Twitter y Facebook para informar actividades del día. Otros se reducen a retransmitir mensajes de sus jefes, de bajo interés para el país donde están acreditados.
En general, son obsoletos los informes cotidianos que envían las representaciones diplomáticas sobre la situación política y económica del país donde se encuentran. La mayoría recicla información de prensa que ya conoce la SRE. Deberían en cambio analizar la información, contextualizarla y proponer opciones.
En tercer lugar, el público transmite por las redes sociales sus peticiones, felicitaciones, dudas y quejas a la SRE, embajadas y consulados. Esto ha obligado a que los diplomáticos estén atentos a responder al público, y evitar ser criticados en la prensa o recibir sanciones administrativas.
En cuarto lugar, otro impacto en el quehacer diplomático, es la comunicación directa que practican cotidianamente los jefes de Gobierno, conocida como diplomacia personal. En consecuencia, el papel de los embajadores, e incluso de los cancilleres, se ha relegado. Hoy los presidentes con frecuencia se comunican por teléfono, muchas veces los embajadores no se enteran y ni siquiera están presentes cuando sus jefes se reúnen en las reuniones cumbre.
La mejor cara de México es su cultura. Nuestro país tiene una fuerte personalidad cultural, que nos distingue en el mundo. Somos el resultado de la fusión de dos culturas, indígena y española, pero con una identidad propia, distinta a los demás países latinoamericanos y de España.
México carece de una robusta política cultural. El órgano responsable de la SRE, la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), tiene un presupuesto raquítico. México es el país hispanoparlante más grande del mundo y muchas veces dependemos del Instituto Cervantes, de España, para realizar actos culturales en el exterior.
Por lo anterior, es fundamental elevar el presupuesto de la diplomacia cultural para comunicar con fuerza a todo el orbe la voz de México a fin de generar entendimiento y simpatía entre las naciones.
Posdata
Para millones de pensionados, la noche vieja será la noche triste porque el gobierno de Peña Nieto no pagó las pensiones de diciembre, sin brindar ninguna explicación.
Ancianos, hombres y mujeres, obreros y trabajadores, empresarios y profesionistas han sido privados de su ingreso mensual de fin de año y no podrán contar con los recursos para enfrentar los gastos e imprevistos de la vida cotidiana al cerrar 2017.
El anterior y el actual secretario de Hacienda dicen que ellos están preparados. Sí, están muy bien preparados… para no pagar las pensiones que tanto necesitan los mayores de edad, sumidos en la incertidumbre.