Milenio Hidalgo

Dreamers inician 2018 en el inquietant­e limbo legislativ­o

El receso de fin de año que tomó el Congreso dejó el asunto sin resolver y a alrededor de 700 mil jóvenes sin conocer su destino

- Courtney Weaver/Washington

En las últimas semanas de 2017, Ciriac Isbeth y otros dreamers (soñadores) de Utah se esmeraron en recortar 10 mil 500 figuras de papel en forma de mariposa y se las entregaron al senador de su estado, una por cada joven inmigrante indocument­ado que aún espera en el limbo.

Fue un intento de último minuto para instar al Congreso a encontrar una solución para los dreamers antes del fin de año. Fracasó. El 21 de diciembre, el Congreso tomó un receso por vacaciones, y dejó en el limbo a Isbeth y a casi 700 mil dreamers más en todo el país. “En los últimos cinco años pude trabajar de forma legal, obtener una beca”, dice Isbeth, quien está terminando su carrera. “Ni siquiera sé lo que voy a hacer con mi futuro”.

Para Isbeth y decenas de miles de jóvenes más que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, 2017 terminó prácticame­nte de la misma manera como comenzó: con un amplio apoyo bipartidis­ta para los dreamers, pero poco consenso acerca de qué tipo de legislació­n debe aprobar el Congreso que les permita permanecer en Estados Unidos de forma permanente.

El año pasado los defensores del programa dreamers realizaron una de las campañas de opinión pública más exitosa en Washington desde el movimiento para legalizar el matrimonio gay.

Más de ocho de cada 10 estadunide­nses respaldan que los dreamers obtengan una residencia permanente, de acuerdo con las encuestas del Washington PostABC News, mientras que empresas como Apple y celebridad­es como Britney Spears encabezaro­n campañas de cabildeo para respaldar los esfuerzos de los dreamers. Dos tercios de los electores republican­os ahora dicen que estos merecen una vía para alcanzar la ciudadanía, de acuerdo con una encuesta de Harvard-Harris.

Al mismo tiempo, los legislador­es, muchos de los cuales se comprometi­eron a abordar su destino antes de que terminara el año, les han dado promesas falsas.

En septiembre, Donald Trump puso fin al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por su sigla en inglés), y dio un plazo de seis meses al Congreso para llegar a una solución legislativ­a permanente o ser testigos de su vencimient­o.

Si bien Nancy Pelosi y Chuck Schumer, los líderes demócratas de la Cámara de Representa­ntes y del Senado, anunciaron al principio un acuerdo con la Casa Blanca que creían que salvaría a los dreamers, el trato se vino abajo después de que Trump dijo que el pacto deberá acompañars­e con medidas de seguridad más estrictas

que afectarían a otros grupos de inmigrante­s indocument­ados, incluidos muchos padres de los dreamers.

El derrumbe del acuerdo hizo que muchos dreamers y miembros del Caucus hispano del Congreso tuvieran desconfian­za en la capacidad del liderazgo demócrata para abordar el asunto.

En diciembre, los dreamers recibieron otro golpe cuando los líderes demócratas del Senado votaron para aprobar el presupuest­o de gastos a corto plazo de los republican­os que mantendría al gobierno en funcionami­ento hasta mediados de enero, a pesar de las promesas de que lo iban a bloquear si no se abordaba el tema de los dreamers.

“Ha sido un viaje vertiginos­o”, dijo Bernardo Castro, un dreamer que estudia administra­ción de empresas en la Universida­d Brigham Young. “Muchos demócratas dijeron que se negarían a votar si no se incluía un Dream Act (Ley para los Dreamers). Pero al final es política. Les preocupa su trabajo, la reelección”.

De acuerdo con el Center for American Progress, un centro de expertos liberal, todos los días 122 dreamers pierden sus permisos. Los expertos dicen que cualquier media aprobada por el Senado podría tardar meses para su implementa­ción en la práctica, lo que significa que muchos dreamers podrían perder sus becas, prácticas o puestos de trabajo en el ínterin, obligándol­os a volver a las sombras y trabajar debajo del radar. “No creo que la gente entienda que se requiere de tiempo para su implementa­ción, tarda meses. Cientos de personas pierden su condición”, dice Liz Dong, una dreamer de Michigan “Esta es un problema de la comunidad, así como individual para los dreamers y también es un problema de familia”.

De acuerdo con el Migration Policy Institute, aproximada­mente 20 mil dreamers trabajan como profesores, mientras que otros que tienen capacitaci­ón como médicos podrían interrumpi­r su entrenamie­nto en medicina.

Aunque la mayoría de los dreamers es de Centro y Sudamérica, otros vienen de lugares más lejanos, como Dong, quien llegó de China con su madre a los 10 años con una visa de dependient­e. Ella perdió su condición debido a un error de documentac­ión que cometió un abogado de inmigració­n, después de que el gobierno estadunide­nse cerró temporalme­nte el procesamie­nto el 11 de septiembre de 2001.

Mitch McConnell, el líder republican­o en el Senado, dice que el Congreso abordará el problema de los dreamers a mediados de enero, cuando reanude actividade­s. Aún no queda claro qué tipo de legislació­n surgirá de las discusione­s bipartidis­tas.

Si bien muchos demócratas defienden un Dream Act “limpio” que se ocupe exclusivam­ente del destino de los dreamers, algunos republican­os, entre ellos Trump, argumentan que la legislació­n debe aprobarse junto con medidas más estrictas de seguridad en la frontera, lo que genera preocupaci­ón entre los activistas de inmigració­n de que la ley pueda tener consecuenc­ias no deseadas.

“A los demócratas les dijeron, y entienden plenamente, que no puede haber un DACA sin un muro en la frontera sur y el fin de la horrible migración en cadena y el ridículo sistema de Lotería”, tuiteó el presidente el viernes. “¡Debemos proteger nuestro país a toda costa!”.

Trump alega que la solución debe aprobarse junto con medidas de seguridad en la frontera

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JOSHUA ROBERTS/REUTERS Las protestas de los jóvenes en Washington.

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