Conmemoraciones literarias: entre tradición y modernidad
Las celebraciones comienzan con el centenario del nacimiento de José Luis Martínez, así como el de Juan José Arreola y Pita Amor
los grandes editores en nuestro país, por cuya mirada pasaron algunos de los libros más importantes de la centuria pasada, Chumacero llegó a ser señalado por Pacheco como “el Juan Rulfo de la poesía mexicana”.
El 21 de septiembre se cumplen los 100 años del nacimiento del hijo pródigo de Zapotlán el Grande, Jalisco, “un pueblo que de tan grande nos lo hicieron Ciudad Guzmán hace cien años. Pero nosotros seguimos siendo tan pueblo que todavía le decimos Zapotlán”.
Juan José Arreola fue un ensayista y narrador, lo mismo que hombre de teatro o dueño de una memoria envidiable, colaborador en programas de televisión, director de la Casa del Lago o de las colecciones editoriales Los Presentes, Cuadernos y Libros del Unicornio, pero también formador de importantes escritores que han destacado en la segunda mitad del siglo XX.
Autor de títulos como Confabulario, Bestiario, Inventario o La Feria, Juan José Arreola es uno de los pocos escritores que quiso contar su versión de la historia, a través del volumen Memoria y olvido. Vida de Juan José Arreola (1920-1947), contada a Fernando del Paso.
Todo comenzó cuando le plantearon a Trino que contara las historias desconocidas de la Independencia y la Revolución, allá por los días del bicentenario, un trabajo en el que las imágenes y el sentido del humor del jalisciense se mezclaron para contar ese pasado con otra perspectiva, en la que no deja de reconocer la influencia de Rius.
Así, ahora va con Historias desconocidas de la Conquista: el remake (Tusquets, 2017), un hilarante e irreverente recorrido por pasajes de la historia nacional que quizá no pasaron exactamente como aprendimos en la primaria, la secundaria o el bachillerato. “El libro lo pueden comprar hasta para la escuela, no porque sea un volumen superdocumentado, sino porque hablo con humor de la historia que todos conocemos, lo que de alguna manera despierta su interés para saber más del tema, saber cómo es que los aztecas eran unos verdaderos cabrones con otros pueblos y cómo llegan los españoles a imponer sus iglesias y a hacer esto que seguimos sin entender los seres humanos: respetar a las civilizaciones y a las culturas”.
Trino parte de un convencimiento: ni los héroes son tan santos ni los malos tan villanos, y por cada versión que cuentan los vencedores hay montones que cuentan los vencidos. Incluso se deja querer con una frase que alguna vez le dijeron: lo que necesita nuestra historia es más Trino y menos llanto, porque la mayor parte de sus libros, entre ellos Historias desconocidas de la Conquista: el remake, parten del humor, “es un volumen políticamente incorrecto, porque no hablo bien de nadie”. “Rius siempre nos marcó en la historia. Naranjo y Rius pueden ser mis grandes maestros, pero me identificó más con Rius porque Naranjo era tan buen dibujante que yo jamás podría ser como él. Rius era tan sencillo en su línea, tan sabroso y campechano, que me identifico con él. El libro está dedicado a él y a mi padre, que me enseñó a Rius, era su fan”.