¡YO NO MATÉ A LA VAQUITA MARINA!

Yo he matado integrantes de otros cárteles, policías, militares, periodistas, músicos de banda y cantantes gruperas, pero jamás aceptaré eso de que yo maté a la vaquita marina.

¿Porqué habría yo de adjudicarme el asesinato de un triste cetáceo a punto de extinción, tan querido por todos, hasta por Leonardo DiCaprio? Yo no mato por ser un bato loco y sanguinario, sino porque es parte de mi trabajo, pura cuestión de negocios.

Honestamente, no me conviene que se corra el rumor de que yo maté a la vaquita marina; mancha mi reputación, afecta mis negocios, paso por un degenerado, enemigo del medio ambiente, insensible hacia el dolor por la desaparición de inocentes seres vivos. Me dispensan pero tendré que matar a la persona que tuvo semejante ocurrencia, dentro de la Agencia de Investigación Ambiental.

Pero antes de darle el tiro de gracia, permítame felicitarlo por ocurrente. Su investigación parece trama de película del Santo: Según su reporte, la vaquita marina murió de un infarto, atrapada por las trampas que ponen grupos de chinos establecidos en México, dedicados a la pesca ilegal de totoaba, para extraerle el buche, que, según su informe, ¡se trafica rumbo a China mediante mensajeros que yo pago para introducir el buche dentro de su equipaje, pagando sobornos en la revisión de aduanas!

¿Yo qué tengo qué ver con las trampas para la pesca ilegal? ¿Yo qué tengo qué ver con los chinos? ¿Yo qué tengo qué ver con el buche de totoaba? ¡Mi negocio son las drogas y el reventón, no el buche de pescado!

Si pongo el alto y me escabechó de manera ejemplar al que corrió ese malvado rumor, me van a culpar de las derrotas del Cruz Azul, los triunfos del PRI y las canciones de Maluma.