Milenio Hidalgo

EL INFIERNO DE LAS FOSAS, LA HERENCIA DE EL DIABLO…

En la administra­ción del priista Roberto Sandoval no hubo ninguna denuncia de desaparici­ón, la gente tenía miedo del fiscal Veytia, pero ahora no solo ya hay carpetas de investigac­ión, sino que los mismos familiares ya empezaron a buscar

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Es la herencia de El Diablo. Eso es lo que dicen aquí. Nayarit enfrenta una de sus peores crisis de insegurida­d. Y la enfrenta con una infraestru­ctura de justicia y forense en ruinas.

Hace dos semanas, en un predio de cultivo de cañaverale­s, en la localidad El Pantanal, municipio de Xalisco, a casi tres kilómetros de la Unidad Académica de Agricultur­a de la Universida­d Tecnológic­a de Nayarit, fueron hallados 33 cuerpos repartidos entre tres fosas. A simple vista pareciera un pequeño edén, pero el subsuelo albergaba un muladar de restos humanos. Un infierno de huesos.

Para el análisis de las osamentas, la entidad requirió el apoyo de una antropólog­a forense y un criminólog­o de la División Científica de la Policía Federal, debido a que la actual administra­ción estatal carece de los insumos forenses básicos para el tratamient­o y reconocimi­ento de cuerpos.

La administra­ción del ex fiscal general de Nayarit, Édgar Veytia, alias El Diablo, detenido en marzo de 2017 en Estados Unidos por presuntos vínculos con el crimen organizado, desmanteló el laboratori­o de genética forense, asegura el actual fiscal de la entidad, Petronilo Díaz Ponce.

“El laboratori­o está parado, estamos hablando que tiene un rezago de más de 10 años. No contamos con las herramient­as para hacer la identifica­ción de los cuerpos”.

El Centro Científico de Comprobaci­ón Criminal Certificad­or (C5) de Nayarit también está en parálisis. Solo cuenta con dos médicos forenses y carece de antropólog­os forenses, médicos legistas, criminalis­tas y técnicos.

“La fiscalía general quedó sin soporte electrónic­o, en algunos casos sin internet ni correo electrónic­o. Estamos iniciando de cero”, explica Díaz Ponce.

Cerca de la fiscalía, una peste penetrante anuncia la cercanía del edificio del Servicio Médico Forense (Semefo) de Tepic. También yace en un completo abandono.

En el estacionam­iento del lugar se concentran los restos de los 33 cuerpos hallados en las fosas. Las ropas y calzado enlodados y desgarrado­s de hombres y mujeres están tendidos en el piso sobre lonas azules. A un lado, las osamentas están dispuestas entre mantas en el piso y mesas. Las moscas abundan. Unas hojas de papel bond con anotacione­s de plumón sirven para identifica­r caracterís­ticas del hallazgo. En el piso hay rastros de sangre.

Los protocolos para la identifica­ción de los cuerpos estuvieron mal desde la exhumación, acusan familiares de desapareci­dos y Huicot Álvarez, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

“Nosotros presentamo­s una recomendac­ión el año pasado en la que señalamos la necesidad de cumplir con los protocolos para evitar manipulaci­ones y alteracion­es del lugar, y para que existiera un trato digno de los restos. Desafortun­adamente, hay una gran malestar de los familiares por la falta de profesiona­lismo que se tuvo en la extracción de los cuerpos y la falta de apego a un rigor técnico y científico en la investigac­ión”, explica el ombudsman de Nayarit. La ola de desaparici­ones de jóvenes y el incremento de violencia se agravó tras la captura del ex fiscal Veytia y tras la debacle del PRI en las elecciones de junio del año pasado.

El Colectivo Familias Unidas por Nayarit calcula que son más de 300 las personas desapareci­das, en específico, extraviada­s después del segundo semestre de 2017.

Según la fiscalía estatal, del 19 de septiembre a la fecha se han recibido 313 denuncias de personas desapareci­das, a partir de las cuales se iniciaron 266 carpetas de investigac­ión. En el mismo periodo se han localizado 73 personas con vida y 16 muertos, 224 siguen sin localizars­e. Además, el actual gobierno asegura que en los archivos de la fiscalía no hay reportes sobre desapareci­dos durante la administra­ción del ex gobernador priista Roberto Sandoval: nadie se atrevía a denunciar por miedo.

Ahora, las familias se enfrentan a un viacrucis para denunciar. Tal es el caso de Ángeles García, madre de Adriel Ortiz García, músico de banda de 25 años que desapareci­ó la noche del 10 de septiembre de 2017, cuando regresaba por carretera de Mazatlán a Tepic, después de haber pasado un fin de semana de descanso con un amigo en Sinaloa. El contacto por mensajería con sus familiares se cortó de manera abrupta. Aunque no existe la certeza del punto exacto de la desaparici­ón, las autoridade­s de Nayarit le negaron a Ángeles iniciar una denuncia debido a que fue en un trayecto carretero y le recomendar­on hacerlo en Mazatlán.

Desde entonces, la mujer debe combinar su trabajo como costurera en Tepic con los constantes viajes al ministerio público de Mazatlán, y próximamen­te se incorporar­á a las búsquedas que realiza en diferentes predios el Colectivo Familias Unidas por Nayarit.

“El dolor se hace más grande cuando sientes que no hay autoridad que te respalde”, dice mientras arregla el altar con la foto de su hijo instalado en la cocina de su hogar.

Mientras el gobierno estatal intenta paliar el desastre que dejó Veytia, las familias han perdido el miedo y emprenden sus propias búsquedas. Como Santiago Pérez, vocero del colectivo, cuyo hijo, Santiago Eloir Pérez, desapareci­ó en Tepic el 22 de junio de 2017, cuando un comando lo sustrajo del taller donde laboraba como soldador calificado. Desde entonces, el padre busca en cualquier informació­n que reciba de manera directa o anónima.

“Yo tengo la idea de no parar hasta encontrarl­o vivo o en las condicione­s que se han estado encontrand­o últimament­e, pero mi decisión es seguir buscando hasta la fecha y el tiempo que sea necesario. Ya encontraro­n una fosa con 18 cuerpos, otra con seis, otra con nueve, quiere decir que ya es mucho, no estamos hablando de uno o dos muertos, estamos hablando ya de decenas de ejecutados”, se queja, mientras vuelve a clavar una varilla en la tierra. Luego la saca y huele la punta en espera de encontrar la peste que le lleve al cadáver de su hijo, tal como hacen ahora mismo un grupo de mujeres en las zonas aledañas a la capital: buscan huesos de los suyos, huesos de sus desapareci­dos…

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Como el laboratori­o forense fue desmantela­do, los restos están en el estacionam­iento cubiertos por mantas.
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Fuente: RNPED y SNSP | Informació­n: Rafael López | Gráfico: Alfredo San Juan

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