El corazón de Donald Trump
Ayer, en un encuentro con reporteros antes de su informe a la nación frente al Congreso, cuando le preguntaron qué había aprendido en este año, el presidente de Estados Unidos puso un ejemplo: “Les digo que lo de inmigración es tan fácil de resolver si se tratara como un asunto puramente comercial, pero no lo es. Y creo que eso es algo que he aprendido tal vez más que cualquier otra cosa: tienes que gobernar con todos los instintos de un hombre de negocios, pero debes agregar mucho más corazón y alma a tus decisiones de lo que jamás hubieras incluso pensado antes”.
Es curioso. Durante su gobierno, Donald Trump ha aumentado las redadas, que está pidiendo más dinero para tener más policías persiguiendo indocumentados, que ha prometido terminar el dinero federal para ciudades que no colaboren con las autoridades migratorias, eso que llamamos, ciudades santuario, que ha propuesto un muro, que insiste que lo único que cruza por su frontera sur son drogas y criminales, que quiere agilizar la deportación de indocumentados y que ya ha terminado con los permisos de protección temporal para centroamericanos y caribeños.
Ahora resulta que todo esto tiene que ver con su corazón.
Ayer en la noche, en el Congreso, comenzó el capítulo de migración diciendo que la política migratoria del pasado, a la que llamó de “fronteras abiertas” había permitido que pasaran y drogas y criminales, dijo que quienes han entrado son trabajadores que ganan poco y que compiten por trabajos y deprimen los salarios de los estadunidenses.
Después igualó a los millones de trabadores indocumentados con criminales, contando una historia de crimen que relacionó con MS13. Menores no acompañados, dijo, para ser exactos. Después ensalzó a un policía migratorio por “duro”.
Y terminó, como buen negociante, haciendo una oferta: la legalización de 1 millón 800 mil indocumentados (dreamers) a cambio de recursos y transformaciones en la política migratoria que pondrían al resto de los indocumentados en el país en riesgo, perseguidos, con deportaciones más rápidas. Hasta ahí llegó el corazón de Trump. Veamos ahora si gobierno y suspirantes mexicanos tienen algo que decir. Es decir, hasta donde llega su corazón.