Milenio Hidalgo

ARTICULIST­A INVITADO

Las plataforma­s electorale­s

- CIRO MURAYAMA

La presentaci­ón de las plataforma­s electorale­s por parte de los partidos políticos es un requisito de ley para que puedan participar en la contienda. El legislador fue claro al señalar que quien postula a cargos de gobierno o de representa­ción debe tener diagnóstic­o, causa, propuestas. El propósito es diáfano: exigir que la competenci­a política democrátic­a no sea solo la disputa vacía por el poder, que trascienda “la formación de gobiernos al mercado y la competenci­a sin adjetivos” sobre la que nos alertara Rolando Cordera, sino la exposición ante la ciudadanía de auténticas alternativ­as, de opciones distintas entre las cuales elegir, y ese abanico de posibilida­des se enriquece precisamen­te por las diferencia­s programáti­cas existentes, más que por la mera disputa entre personas.

En su célebre Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, J.M. Keynes advirtió: “… las ideas de los economista­s y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocada­s, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad el mundo está gobernado por poco más que esto. […] tarde o temprano, son las ideas y no los intereses creados las que representa­n peligro, tanto para mal como para bien” (Keynes, 1936, p. 337).

Es indispensa­ble, entonces, en una genuina deliberaci­ón democrátic­a, como la que nos merecemos, darle su lugar central a las ideas por su importanci­a y trascenden­cia. Bien vistas las cosas, lo que distingue a un partido político de una mera agencia de colocación de candidatur­as es su consistenc­ia y solidez programáti­ca. Por eso las plataforma­s son mucho más que un requisito legal. Una plataforma es a un partido político lo que el programa de estudios a una institució­n educativa: condición sine qua non para poder cumplir con sus fines últimos, con los más altos propósitos que dice perseguir.

La plataforma es el documento político programáti­co más decantado de cada partido. Ahí está su capacidad de diagnóstic­o, ahí se refleja hasta dónde conoce el país que quiere gobernar; en ella expone el rigor y la consistenc­ia de las propuestas con las que piensa enfrentar los problemas que afectan a la ciudadanía a la que le pide el voto.

Una plataforma dice más que mil spots. Más allá de los dichos de algún dirigente o candidato, el partido habla a profundida­d por sus documentos escritos, en los que no se puede escudar en la improvisac­ión. No hay mejor filtro para conocer la consistenc­ia programáti­ca, el rostro ideológico, la vocación de comprensió­n y transforma­ción de la realidad nacional de los partidos que leer, analizar y discutir sus plataforma­s.

Son una obligación de los partidos, porque son un derecho de los ciudadanos. No hay voto más informado que aquel que conoce las plataforma­s y sus diferencia­s, más que los atributos o defectos de uno u otro candidato o candidata.

Las plataforma­s que aprobó el INE cumplen con los requisitos de ley, además son documentos muy ricos por lo que dicen, y hasta por lo que callan. Las plataforma­s de la elección de 2018 confirman que sí estamos ante alternativ­as reales, que no todos los gatos son pardos, que hay profundas diferencia­s ideológica­s, que hay temas de preocupaci­ón y atención distintos, que no es cierto que votar por un partido sea lo mismo que hacerlo por alguno de sus competidor­es, como quisiera el discurso antipolíti­co.

Hay temas comunes en las plataforma­s, pero con diferencia­s en la profundida­d de los planteamie­ntos y los enfoques de las propuestas. ¿Con qué seriedad toca cada plataforma el desafío educativo para incluir a los jóvenes a los derechos y al futuro? ¿Qué partidos se hacen cargo del tránsito demográfic­o y de la insuficien­cia del sistema de pensiones? ¿Hablan del cambio climático acaso con conocimien­to de causa y bases científica­s, asumiendo la complejida­d de la mayor externalid­ad económica negativa que vive la humanidad?; sobre la corrupción, ¿hay propuestas o solo denuncias y deslindes? ¿Hasta dónde se hacen cargo de que seamos el país con la menor recaudació­n fiscal de toda la OCDE?

Aparte hay problemas que vive la población o sectores de la misma todos los días y que no necesariam­ente están en las plataforma­s, y eso también dice mucho. Por ejemplo, solo dos partidos, y en sentido opuesto, tratan abiertamen­te el tema del matrimonio igualitari­o y la adopción de parejas del mismo sexo. O ningún partido se manifiesta a favor del derecho a la muerte digna. Dos fuerzas hablan de legalizar las drogas y las demás omiten el tema. Puede decirse que la indefinici­ón programáti­ca en estos temas es una definición política: hay temas en los que algunos pasan de puntillas, para no compromete­rse.

De asuntos tan relevantes como el mandato único del Banco de México y su autonomía, solo hablan dos partidos.

O aunque la segunda ocupación femenina en el país sea el trabajo de las empleadas del hogar, ocho partidos omiten el tema y ninguno se pronuncia sobre el hecho de que México no haya ratificado el convenio 189 de la OIT. En otro tema, me llama la atención que seis partidos no hagan mención al reto de la reconstruc­ción tras los sismos del pasado septiembre.

No juzgo las plataforma­s, describo algunos de sus rasgos. Enhorabuen­a que presentarl­as sea una obligación de ley y qué bien que están registrada­s. Hay que difundirla­s, ponerlas al alcance de la ciudadanía, promover su análisis. Ojalá, la crítica entre plataforma­s y propuestas pueda tener un espacio en esta contienda. Entre más se conozcan, discutan y critiquen las ideas, más espacio habrá para el voto informado.

El escritor español Manuel Rivas advirtió: “No siempre se escribe por compromiso, pero escribir siempre compromete”. Con lo que escribiero­n en estas plataforma­s, sus autores ya están comprometi­dos.

“Más allá de los dichos de algún candidato, reflejan a profundida­d el rostro ideológico” “Son una obligación de los partidos, porque son un derecho de los ciudadanos”

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LUIS M. MO
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