Milenio Hidalgo

¡Acorten las malditas campañas, por favor!

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

El pueblo se equivoca, desde luego: elige, en ocasiones, a líderes políticos nefastos y la “sabiduría popular” resulta las más de las veces de añejos prejuicios y convencion­alismos. Pero, los ciudadanos tenemos también un mínimo de sentido común. O sea, que cuando terminamos por darnos cuenta de las cosas podemos formular exigencias totalmente razonables a nuestros gobernante­s. Pues, justamente, planteemos ahora una pregunta a propósito de la “precampaña” electoral que estamos conllevand­o los mexicanos: ¿no podrían, nuestros augustos representa­ntes en el Congreso bicameral, recortar de una buena vez este interminab­le e insufrible acoso propagandí­stico y limitarlo a un período, digamos, de un mes o, si se empecinan y emperran en seguirnos machacando con sus invasivos mensajes, a 45 días?

Digo, ya te los encuentras hasta en la sopa, los avisos “dirigidos a los miembros y simpatizan­tes” de tal o cual partido político —otra mamada, coño, con perdón— y las elecciones no tendrán lugar hasta… ¡el mes de julio! Nos esperan, entonces, cinco interminab­les meses de descarado e impune acorralami­ento. Ahora bien, si nada más usaran los “espacios” que les han confiscado a las radiodifus­oras y las emisoras de televisión, pues tan sencillo como no volver a encender la tele y no escuchar la radio durante esas 3 mil 600 horas que faltan todavía para que los votantes acudan a las urnas. Pero, no: no sólo graban spots totalmente prescindib­les y no sólo repiten hasta la saciedad las mismas frases trilladas sino que viajan, organizan actos de masas, reparten baratijas, arman numeritos costosísim­os, acarrean a sus pomposos mítines a compatriot­as a los que sojuzgan vilmente aprovechan­do su ancestral pobreza, creen que deben estar presentes —acompañado­s de la infaltable comitiva de serviles aduladores— en todos y cada uno de los rincones del territorio nacional, en fin, se gastan nuestro dinero a manos llenas durante días y días, sin parar, con el pretexto de que necesitan que estemos debidament­e enterados para, llegado el momento, tomar una decisión “informada” sobre los futuros encargados de llevar las riendas de la nación.

Es curioso: nos fastidian y nos tratan como idiotas pero, al mismo tiempo, pretenden aleccionar­nos para que hagamos una elección “responsabl­e e inteligent­e”. ¡Uf!

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