¡Acorten las malditas campañas, por favor!
El pueblo se equivoca, desde luego: elige, en ocasiones, a líderes políticos nefastos y la “sabiduría popular” resulta las más de las veces de añejos prejuicios y convencionalismos. Pero, los ciudadanos tenemos también un mínimo de sentido común. O sea, que cuando terminamos por darnos cuenta de las cosas podemos formular exigencias totalmente razonables a nuestros gobernantes. Pues, justamente, planteemos ahora una pregunta a propósito de la “precampaña” electoral que estamos conllevando los mexicanos: ¿no podrían, nuestros augustos representantes en el Congreso bicameral, recortar de una buena vez este interminable e insufrible acoso propagandístico y limitarlo a un período, digamos, de un mes o, si se empecinan y emperran en seguirnos machacando con sus invasivos mensajes, a 45 días?
Digo, ya te los encuentras hasta en la sopa, los avisos “dirigidos a los miembros y simpatizantes” de tal o cual partido político —otra mamada, coño, con perdón— y las elecciones no tendrán lugar hasta… ¡el mes de julio! Nos esperan, entonces, cinco interminables meses de descarado e impune acorralamiento. Ahora bien, si nada más usaran los “espacios” que les han confiscado a las radiodifusoras y las emisoras de televisión, pues tan sencillo como no volver a encender la tele y no escuchar la radio durante esas 3 mil 600 horas que faltan todavía para que los votantes acudan a las urnas. Pero, no: no sólo graban spots totalmente prescindibles y no sólo repiten hasta la saciedad las mismas frases trilladas sino que viajan, organizan actos de masas, reparten baratijas, arman numeritos costosísimos, acarrean a sus pomposos mítines a compatriotas a los que sojuzgan vilmente aprovechando su ancestral pobreza, creen que deben estar presentes —acompañados de la infaltable comitiva de serviles aduladores— en todos y cada uno de los rincones del territorio nacional, en fin, se gastan nuestro dinero a manos llenas durante días y días, sin parar, con el pretexto de que necesitan que estemos debidamente enterados para, llegado el momento, tomar una decisión “informada” sobre los futuros encargados de llevar las riendas de la nación.
Es curioso: nos fastidian y nos tratan como idiotas pero, al mismo tiempo, pretenden aleccionarnos para que hagamos una elección “responsable e inteligente”. ¡Uf!