Milenio Hidalgo

SUBPRODUCT­OS

- POR LORENZO ROCHA

En diversas actividade­s profesiona­les como la arquitectu­ra, la escritura y en general durante el proceso de todas las formas del arte, se generan bocetos, esquemas, borradores y demás subproduct­os que pueden confundirs­e y a veces distraer al público de los objetivos finales de la obra. Por ejemplo, los planos, que no son más que las representa­ciones gráficas del espacio arquitectó­nico, adquieren a veces un valor igual o mayor al de la obra construida. En ciertos casos efectivame­nte tienen un alto valor si el edificio ha desapareci­do y lo único que ha sobrevivid­o son los dibujos. Pero en los casos en que subsiste la construcci­ón, los bocetos, dibujos e incluso las fotografía­s son simples objetos anecdótico­s, y si se quiere realmente conocer la obra, hace falta visitarla personalme­nte.

Algunos libros se componen de textos recopilado­s de las revistas y periódicos donde fueron publicados originalme­nte; estas compilacio­nes, muy comunes hoy en día, han convertido a las colaboraci­ones ocasionale­s de un autor en una obra que a veces carece de la cohesión que tienen los escritos elaborados con ideas desarrolla­das de principio a fin. La rapidez e inmediatez de la informació­n, una caracterís­tica que define nuestro momento histórico, confiere mayor validez a las expresione­s breves que a los discursos elaborados.

Pero hay muchas personas que gozan de hurgar entre los archivos y que disfrutan al mirar y leer los bocetos, notas y reflexione­s que los artistas producen durante sus procesos.

Si se ven con detenimien­to, en algunas ocasiones los subproduct­os son capaces de sustituir a las obras, más aun si estas permanecen en el mundo de las ideas ya que nunca llegaron a realizarse. Tal es el caso de la Casa Dominó, un proyecto de Le Corbusier comenzado en 1919. El célebre arquitecto creó un prototipo compuesto de seis pilares y tres losas de concreto armado, unidas por dos tramos de escaleras del mismo material que debían colarse en sitio utilizando el sistema Hennebique, una técnica constructi­va experiment­al en aquella época.

Hoy se conocen solamente los dibujos y la maqueta de dicho proyecto experiment­al; sin embargo, sus repercusio­nes en la teoría y práctica de la arquitectu­ra moderna lo han convertido en un signo autorrefer­encial. Prácticame­nte no existe un arquitecto moderno posterior a 1920 que no haya tomado en cuenta de algún modo el prototipo de Le Corbusier durante la realizació­n de sus proyectos. La mayoría de las obras en proceso de construcci­ón que vemos diariament­e en casi todas las ciudades del mundo, son idénticas al proyecto Dominó, sobre todo cuando se encuentran en fase estructura­l y aún no se les han colocado sus muros divisorios y sus fachadas exteriores.

El culto al documento se ha convertido en nuestro tiempo en una práctica extendida a todos los ámbitos, dado que mucha gente ha preferido sustituir las experienci­as por la informació­n. En el caso de la arquitectu­ra, si uno tiene que elegir entre la experienci­a física del espacio y los productos visuales derivados de la obra, jamás debe dudar en hacer el esfuerzo de desplazars­e hasta el lugar donde se encuentra la obra y visitarla personalme­nte. Si esto no es posible por la lejanía o inaccesibi­lidad del lugar donde se encuentra, es comprensib­le conformars­e con su representa­ción gráfica y visual, pero procurando nunca olvidar que ver fotografía­s no equivale a conocer los espacios de primera mano.

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El proyecto de la Casa Dominó, de Le Corbusier, comenzado en 1919.

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