Por qué Mancera no debe renunciar
Entre los muchos déficits de nuestra clase política hay uno que no distingue colores partidistas, ni calidad del puesto ni si es en el Ejecutivo, el Legislativo o el Judicial: la responsabilidad política.
Hay tantos casos que no alcanza este espacio para recordarlos.
Nuestros funcionarios nunca son responsables de nada. Y utilizan la ley como coartada.
Esta semana se le presenta al jefe de Gobierno, Miguel Mancera, una oportunidad para decidir si actúa como tantos han actuado o si da un ejemplo de responsabilidad política.
Después del temblor del 19 de septiembre, el gobierno de la ciudad decidió crear una Comisión de Reconstrucción, propuso, cabildeó y fue aprobada una Ley para la Reconstrucción. Se designó a un comisionado, se equipó a la comisión con expertos en diferentes áreas y se creó un fondo único de recursos para tener un proceso ordenado y con sentido.
Pero el último día del año, a la hora de aprobar el presupuesto, la Asamblea puso la decisión de “autorizar, supervisar, vigilar y proponer” el uso del dinero para la reconstrucción en manos de tres asambleístas: Leonel Luna, Mauricio Toledo y Jorge Romero. Los tres con su particular —utilizo un eufemismo— historia. La comisión, pues, se convertía en un adorno. Después de un mes de negociaciones, los asambleístas publicaron un desplegado donde “renunciaban a la facultad” que se habían dado, pero al mismo tiempo decían que la Secretaría de Finanzas debía repartir los 8 mil millones de pesos como le habían indicado.
El comisionado para la reconstrucción y al menos dos subcomisionados, Mauricio Merino y Katia D’Artigues, han renunciado. La comisión, pues, se desmorona.
Cinco meses después, la reconstrucción de la ciudad sigue atorada.
La coalición Por México al Frente ha invitado a Mancera a ser senador, lo que le obligaría a renunciar en estos días y con él, seguramente, se irán otros funcionarios relevantes de su administración.
Si toma esa decisión, el jefe de Gobierno estará abandonado a la ciudad en medio de esta crisis, habrá renunciado a encaminar la política pública más importante de su administración.
Si se queda, pone orden, hace respetar la Ley de Reconstrucción, no acepta las renuncias presentadas y dedica los próximos nueve meses a la ciudad, habrá dado un ejemplo inédito para nuestra clase política.
Esta ciudad, su futuro, bien vale un escaño. Si eso lo hace bien, no faltarán ofertas. Creo. M