El ingeniero tiene miedo
La capacidad de diálogo de Liópez se parece mucho a la de un bravucón de taberna: ¿qué, soy o me parezco? Pensar antes de actuar no es lo suyo, pudo revisar el informe del dueño de Grupo Carso, ponderar, ofrecer una conversación, así fuera para comprar ti
En lo que canta el gallo, Liópez soltó el primer cadenazo: “Seguramente le pidieron a Slim que saliera a dar esa conferencia, Enrique Peña Nieto o Carlos Salinas, pero no me preocupa mucho, no tengo pleito con él ni con nadie: amor y paz (…) si considera que es buen negocio (la construcción del nuevo aeropuerto), que lo haga con su dinero”. La capacidad de diálogo de Liópez se parece mucho a la de un bravucón de taberna: ¿qué, soy o me parezco? Pensar antes de actuar no es lo de
Liópez. Pudo revisar el informe de Slim, ponderar, ofrecer una conversación, así fuera para comprar tiempo. Nada, según Liópez, Slim es un recadero del presidente Peña y del ex presidente Salinas. Carlos: organizas una conferencia de prensa y le dices a Liópez que “suspender el aeropuerto es suspender el crecimiento de México”, pero te me apuras porque últimamente te ves lento de reflejos. Capacidad de negociación de
Liópez: cero. Gamés lo ha escrito hasta el cansancio: primero que nada privilegiar el lío, por eso es Liópez. Por cierto, debería preocuparle que un empresario del tamaño de Slim diga que le da miedo lo que siga a la suspensión del aeropuerto, “si ese va a ser el criterio, yo creo que van a ser criterios equivocados de inversión”.
Insólito
Si Gamés ha entendido algo, cosa improbable, la conferencia de Slim ha sido un acontecimiento insólito; sin decir, el ingeniero ha dicho: no solo no estoy con
Liópez, sino que me da miedo que sea Presidente de México. Dicho por Slim, el varapalo toma dimensiones de escándalo, un llamado a pensar el voto y, más bien, a no dárselo a Liópez, el puntero rumbo a la elección del 1 de julio.
Por si fuera poco, el ingeniero dijo que conoce a Liópez, que le propuso invertir en el Centro Histórico, que se conformó un comité ejecutivo a cuyas reuniones el ahora candidato nunca asistió, que tuvieron un trato lejano y diferencias. El resultado directo de la conferencia según Gilga: Liópez tiene un problema, y de los grandes.
No se ha depositado un voto en las urnas y Liópez ha desatado una verdadera conflagración, la primera de las innumerables dificultades, los atolladeros, las trifulcas y las riñas que desatará si gana la elección. Nadie puede desprenderse de su ADN como si se quitara una camisa para ponerse otra. ¿Cómo ven la profundidad analítica de Gil? Cualquiera diría que estudió en el ITAM, oh, sí.
Slim dio argumentos, esa cosa rara que Liópez no come ni con papas, y explicó: “Trabajar los dos aeropuertos ofrece problemas técnicos en la seguridad de los vuelos. Se tendrían que alargar los minutos entre un avión y otro, al doble. De tres minutos a siete minutos, o poner horarios alternos en cada aeropuerto. Santa Lucía está lejos, lleva un buen rato ir y venir, se necesitarían expropiaciones, derechos de vía para construir caminos y acceder al área”. A Gil le va a dar algo. Si esto ocurre con la construcción de un aeropuerto, imaginen lo que puede ocurrir con el peso y el dólar, las financias, la economía, como diría Resortes: ¡ay, mamachita! ¿Alguien tiene un Tafil a la mano? Gil tiene un ataque de ansiedad. Gamés también tiene miedo, mucho miedo. Los argumentos de Liópez contra el aeropuerto se encuentran contenidos en ¡un comic!: “Un aeropuerto que no debe aterrizar”. Como lo oyen, unos monitos explican por qué se debe suspender esa construcción. La altura intelectual escalofría a Gilga.
Ahora mal sin bien: Liópez tiene un problema con los aviones y los aeropuertos. Venderá el avión presidencial. Considera que el avión le pertenece al presidente Peña y que podría llevárselo a su casa y estacionarlo en su jardín. No se le ocurre pensar que se trata del transporte del Presidente de México. Del mismo modo, Los Pinos no es la residencia presidencial, sino la casa de Peña Nieto. Una tableta de abstracción le caería perfecto a Liópez, pero aún no las fabrican los laboratorios. Así la anunciarían: una dosis diaria y usted logra pensar no en términos anecdóticos, sino conceptuales. Liópez tomó el medicamento en campaña y ahora le conocen como Benito Liópez Cárdenas Madeiro (un toque portugués no sobra), el mejor y más grande presidente de México.
Gil ha descubierto un nuevo rasgo de carácter de Liópez: la irresponsabilidad. Rechazó la protección del Estado Mayor con argumentos de un niño: el que nada debe y esas zarandajas. Luego vuela en latas de sardinas, un avioncito inseguro que despega porque Dios es grande. No importa que sea un avión privado y que haya mentido cuando dijo que siempre viajaría en vuelos comerciales, importa que viaja en aviones de papel. Él está convencido de que es valiente, esforzado y de anchos ánimos. El alma solo le tiembla a los cobardes. Lo que se dice un macho. En fon.
Todo es muy raro caracho, como diría George Bernard Shaw: El miedo puede llevar a los hombres a cualquier extremo. m