Milenio Hidalgo

Uno de los peores errores de Televisa

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Ahora sí me asusté. Televisa acaba de cometer uno de los peores errores de toda su historia.

¿Sabe lo que hicieron estos señores? Regresaron y alargaron ¡Cuéntamelo ya! a Las Estrellas. ¿Y? ¿Qué tiene esto de terrible? Que lo alargaron porque quitaron Las noticias con Karla Iberia Sánchez.

Por primera vez en décadas el canal más poderoso de México se quedó sin noticiario de mediodía.

Me encantaría ver la cara de Abraham Zabludovsk­y, de Lolita Ayala o de Diane Pérez.

Esto es una catástrofe que manda el peor de los mensajes porque se da justo inmediatam­ente después del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador.

Sí, ya sé lo que debe estar pensando: ¡Pero Álvaro, Karla Iberia era un fracaso! Y no le fue tan mal. La movieron a la misma hora pero a ese canal sin identidad que ahora se llama Nueve.

Primero, esto fue una decisión tan mala, tan precipitad­a, que agarraron a Karla Iberia de viaje de trabajo, de vacaciones o vaya usted a saber.

Se interpreta como que lo hicieron a sus espaldas o como que la mandaron lejos o para no avisarle o para impedir que reaccionar­a.

Segundo, su noticiario en Las Estrellas era un fracaso porque su vocación es otra.

Karla Iberia es una de las mejores reporteras de este país, una eminencia, una gloria nacional. Ponerla a sustituir a Lolita Ayala fue un atentado contra su carrera. No estuvo bien.

Y tercero, se necesita ser muy ignorante para medir el éxito o el fracaso de un noticiario con base en sus ratings. Son noticias, no telenovela­s.

La catástrofe de este movimiento está en que los noticiario­s, en todos los horarios, en todos los canales, no solo son servicios informativ­os, son ventanas corporativ­as, mecanismos de influencia.

Televisa era lo que era porque estaba forrada de noticiario­s: en la mañana, al mediodía, por la noche. Con cortes informativ­os, con programas de análisis.

Quitarle un noticiero a cualquier señal equivale al suicidio.

¿Por qué? Porque le quita la posibilida­d a la empresa de expresar sus inquietude­s, de defender su agenda, de atender sus intereses, de ser una plataforma capaz de enlazar a las autoridade­s con las multitudes, de ser un canal con la posibilida­d de poner temas sobre la mesa.

Un Las Estrellas sin noticiario de mediodía ya no merece llamarse Las Estrellas. Ahora es un canal de segunda.

Hasta las frecuencia­s más pobres de las ciudades más miserables de la República mexicana tienen a alguien dando noticias a esa hora.

Y no tienen esta clase de produccion­es porque no tengan otra cosa qué hacer.

Las tienen por respeto a las audiencias, porque conocen los hábitos y costumbres de las familias mexicanas, porque las aman y las quieren atender.

¿Así o más claro que la gente que está ahora detrás de Las Estrellas no trabajó para el público? ¿Así o más claro que no nos conocen ni nos quieren conocer?

Si Emilio Azcárraga Milmo viviera, se volvería a morir del coraje.

¿En qué cabeza cabe debilitar a su canal más importante para llevar el noticiario de mediodía a una estación que ahora tiene puras cosas de Miami?

No sé usted pero yo me siento profundame­nte ofendido porque, además, ¡Cuéntamelo ya! es mierda pura.

Y no, no estoy diciendo una grosería. El Diccionari­o de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra mierda como un hecho o como una situación que repugna.

¡Cuéntamelo ya! es repugnante porque ni es un programa de revista, ni es un programa de concursos, ni es un programa promociona­l como Todo un show,

camino a la fama de Azteca Uno. ¡Es nada! ¡Todo se opone! Se nota que sus conductora­s no tienen ni la más remota idea de lo que están haciendo en esa producción como de canal público al borde de la quiebra, mucho menos de lo que están diciendo.

De repente tienen a un montón de pelados que solo Dios sabe de dónde los sacaron, jugando a unas dinámicas decadentes, sin sentido, sin emoción, sin premios definidos.

Es jugar solo por jugar, como si fueran tontos. Es una ofensa más para el pueblo de México.

Y luego se ponen a improvisar­le comentario­s a un chef que prepara cosas sin gracia (pan con queso), a decir lo primero que se les ocurra de los videos de internet, a comentar unos chismes que a nadie le interesan y ya, en la cúspide de la barbaridad corporativ­a, a echarle flores a la serie de Luis Miguel que no es de Televisa.

¿Esto es mejor que lo que hacían periodista­s como Lolita Ayala, Diane Pérez y Abraham Zabludovsk­y?

¿Aquí es donde Televisa va a influir en las familias mexicanas?

¿Por qué hicieron esto? ¿Por ignorancia, por miedo a López Obrador o porque dejarán de recibir recursos suficiente­s para sostenerlo? ¿Recursos de quién?

Se vea por donde se vea, no hay manera ni de llegar a una conclusión positiva ni de sustituir el impacto de Las Estrellas por los contenidos “latinos” de Nueve.

Ahora sí me asusté. Esto es un muy grave error. ¿A poco no?

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