Se vale ser feliz sin explicaciones
Salimos tres de mis mejores amigas y yo de un cine londinense al que llegamos corriendo con nuestras maletas, las cuales habíamos arrastrado del metro desde el aeropuerto de Heathrow porque teníamos que llegar a la función de Mamma Mia: Here We Go Again antes de nuestras entrevistas al día siguiente.
Todas amamos y nos dedicamos de alguna manera u otra a reseñar y hacer entrevistas de cine. Una de ellas es una estupenda creadora de música, la otra trabaja en una estación musical y se las sabe todas, la tercera es una fuerza de la naturaleza cuya energía y pasión por la vida, y el trabajo es indescriptible. ¿Yo? Yo soy la loca que ama los musicales del grupo. Y milagrosamente por primera vez nos tocó (junto con otro buen amigo) ir todas juntas hasta al otro lado del mundo al mismo evento. Llegamos rayando y no logramos sentarnos juntas. Pero llegamos. Así que durante la proyección de la película, diez años después de la primera, no pudimos medir las reacciones unas de las otras, y por lo tanto caer en ese peligroso hábito de influenciarnos por nuestras emociones.
Cuando se prendieron las luces nos encontramos donde habíamos aventado las maletas; y vaya sorpresa, las cuatro estábamos con la lágrima a todo lo que daba. Lo admito, si es musical, yo soy presa fácil para las lágrimas (a menos que destruyan algo que amo y entonces soy presa fácil para la ira – aún quiero decirle una que otra cosa muy fea a Russell Crowe por Les Miserables). Para ellas era una sorpresa. Sabíamos bien que es muy difícil que un musical de rockola tenga una gran historia y que Mamma Mia en el teatro empezó la moda. Lo hizo bien, al menos planteando un conflicto que resolver. Después de eso vinieron decenas que definitivamente no dieron el ancho. ¿Qué iba a pasar aquí?
(SPOILER – aunque así empieza la película y así será anunciada y reseñada por todos lados no lean lo que sigue a continuación si no quieren saber)
Miren, no puedo decirles que es la mejor historia que he visto, pero hay algo en la forma en la que nos narran todo, en el hecho de que Donna (Meryll Streep murió un año antes y su hija está haciendo una reinauguración de su paraíso en Grecia para honrarla) que se siente demasiado cercano a la vida real. A las pérdidas que tantos hemos tenido los últimos diez años, a como han cambiado nuestras vidas, deseos, razones. Es muy bello y te dejas ir. Luego, cuando los productores nos dijeron que trataron de usar un esquema como el de El Padrino en el manejo de los flashbacks y las escenas que ya nos habían contado, pero que nunca habíamos visto; nos liberan el permiso de pasar de una emoción de otra sin filtros ni preocupación de estar traicionando lo que vive en ese momento el personaje. Me atrevo a decir que logran hasta romper la línea del tiempo con ese manejo y con el hecho de que la música siempre ha estado ahí. La de ABBA por supuesto. No podría ser de otra manera. Nunca.
Así que ahí nos tenían a las cuatro “críticas de cine” llorando muy emocionadas, cada quien por motivos muy distintos. Y con eso me queda claro que habrá para todos en esta versión de Mamma Mia. Si nos relajamos un poco y nos damos permiso de ser felices. Y llorar las pérdidas. Y ver para adelante. Y recordar con música. Y conectar con melodías. Y no poder con lo espectacular que está Cher. Y por supuesto, gozar a algunos de los mejores actores del mundo solo pasándosela pocamadre. ¿Quién gusta? Llega el 17 de Agosto. Ya más cerca de la fecha les compartiremos nuestras entrevistas con ellos.
Por cierto
No se preocupen. Casi no dejan cantar a Pierce Brosnan esta vez.