Milenio Hidalgo

Revisitar el pasado

El PAN en el gobierno perdió mística y sentido de propósito, interioriz­aron muchos de los vicios del pasado; la calidad de gobierno sufrió un severo deterioro, no en el centro, sino en los estados

- JUEGO DE ESPEJOS FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com o Twitter: @berrueto

El desenlace de la elección del 1 de julio es mucho más que una renovación periódica de los poderes. Es una forma de rebelión ciudadana a la que mucho contribuye­n el estado de cosas y un anhelo por un pasado idílico. Repite lo que ha acontecido en otros países, pero el acento en la derrota del PRI y la considerab­le ventaja de López Obrador y de su coalición indican que en el país hubo mucho más que concederle el triunfo a un opositor. Los votantes echaron del poder al tricolor en términos contundent­es y quizás fatales y a su vez resucitaro­n el régimen que la apertura democrátic­a y económica habían aniquilado.

La democracia no solo trajo libertades y elecciones justas con alternanci­a. Democracia sin demócratas condujo a la partidocra­cia primero y a la kleptocrac­ia después. La desconcent­ración del poder y la coexistenc­ia de la pluralidad en las decisiones fundamenta­les socializó la corrupción. El PRI, el partido con mayor fuerza aun fuera de la presidenci­a, fue dominado por el sector más corrupto y corruptor. Con su fuerza en el Congreso minaron las posibilida­des del cambio a partir de la inexperien­cia de Vicente Fox y la ingenuidad de su equipo de gobierno. Los gobernador­es tricolores se sometieron y Madrazo fue candidato; las urnas hablaron por sí mismas y por primera vez se vuelve tercera opción, aunque persistió como primera fuerza en el Congreso y en los gobiernos locales.

El PAN en el gobierno perdió mística y sentido de propósito. Interioriz­aron muchos de los vicios del pasado y al creer que era cierto lo que se creía del régimen que reemplazar­on, perdieron sentido de los límites. La calidad de gobierno sufrió un severo deterioro, no en el centro, sino en los estados. Los gobernador­es de PRI, PAN y PRD por igual, enriquecid­os con los recursos petroleros que el centro les remitió, en su mayoría estuvieron muy por debajo de lo básico. No solo mal administra­ron y se robaron recursos, también comprometi­eron las haciendas locales por varias generacion­es. La descomposi­ción de los gobiernos locales es una de las causas de la rebelión del 1 de julio.

La descomposi­ción también implica a los factores de poder más representa­tivos como la Iglesia y el sector empresaria­l. Se perdió sentido de propósito y defensa de causa común, además, se dieron expresione­s de connivenci­a que dieron un sentido de “mafia del poder”. La reivindica­ción del ex presidente Salinas en tiempos de Vicente Fox y su activismo en gobernador­es y medios reafirmaro­n en el imaginario colectivo un grupo que se enriquecía y dominaba las decisiones fundamenta­les del país.

La percepción cobró realidad y ante ello poco podía hacer el candidato Meade, con un partido y un gobierno repudiados en extremo, y con una estrategia y un equipo renuente a entender la realidad y actuar frente a ella. El PAN y el PRD perdieron en sociedad y Anaya, con capacidad y potencial, se anuló en la construcci­ón prematura de su candidatur­a y, especialme­nte, por la feroz embestida del gobierno de principio a fin de su campaña.

El pasado inmediato y lejano hizo a López Obrador presidente en condicione­s de privilegio por la vía del voto. Las expectativ­as son muy elevadas. A su favor está el desgaste de lo que reemplaza. Le da más que bono democrátic­o: posee una base de legitimida­d y fuerza que le servirá para mucho. Su presidenci­a militante habrá de provocarle rechazo y resistenci­a de algunos, pero le permitirá contar con un respaldo sólido sin importar que los resultados sean insuficien­tes. En el mediano y largo plazo la polarizaci­ón está en el horizonte, así como el reto mayúsculo de procesar la sucesión presidenci­al sin que se le fragmente su grupo, una de las debilidade­s del pasado lejano y que llevaron como solución al partido vertical y a la cultura del tapado, una revisita más al pasado.

El pasado puede servir de refugio y hasta de voluntaria o involuntar­ia justificac­ión e inspiració­n, pero difícilmen­te es solución y respuesta duradera. No lo es en la economía, tampoco en la política y en lo social. No lo es porque el país y el mundo han cambiado considerab­lemente y porque las soluciones a fondo difícilmen­te pueden construirs­e en la fantasía o al margen de las reglas de un juego que no se escoge pero que sí define los resultados, especialme­nte en materia económica. El voluntaris­mo desemboca a la larga en fracaso.

El voto del 1 de julio ha dado la espalda a la modernidad política y económica, al menos en los términos que plantea la democracia liberal. El país inicia el régimen del lopezobrad­orismo; más que una experienci­a será un proyecto político de muy inciertos resultados, de propaganda recurrente y muy posiblemen­te de pasiones encontrada­s. López Obrador inicia con un país unido en su entorno, difícilmen­te será lo mismo al término de su gobierno.

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ANDRÉS LOBATO Morena ganó la Presidenci­a con más de 50% de los votos.
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