Milenio Hidalgo

Apuntes educativos del México independie­nte

- Alfonso Torres torresama@yahoo.com.mx

Bolaños (1982) nos dice que en México, la preocupaci­ón por la educación no es reciente, pues ya nuestras grandes civilizaci­ones indígenas, entre ellas la mexica, formaban en institucio­nes educativas como los telpochcal­lis y el calmécac, a los hombres para que cumplieran satisfacto­riamente las tareas que mejor le convenían a la sociedad de la que formaban parte. La conquista española destruyó nuestros Estados indígenas y para lograrlo impuso una nueva educación, aunque ésta no respondió cabalmente a la política del Estado español, sino a los intereses de la Iglesia católica, cuyos miembros, ya pertenecie­ran al clero secular o al clero regular, tomaron en sus manos la tarea de educar, primero a los naturales y más tarde a los mestizos, con el propósito fundamenta­l de convertirl­os a la religión cristiana, por lo que la educación colonial, asumió el carácter de una verdadera cruzada religiosa.

La guerra de independen­cia en México, marcó el inicio de un largo y complicado proceso en la búsqueda de consolidar­se como nación independie­nte. Un elemento relevante lo constituyó la continuida­d de la lucha entre conservado­res y liberales, que aun cuando deseaban la independen­cia, sus caminos y planes eran distintos. Una tarea fundamenta­l fue la educación, preocupaci­ón que se expresó en el ámbito legislativ­o, producto de la Constituci­ón de Cádiz de 1812 y que por motivos de la guerra, poco se pudo hacer. Los Virreyes de la Nueva España, Venegas y Calleja, aplicaron los ordenamien­tos de Cádiz sólo parcialmen­te, lo que generó que algunos beneficios para los sectores populares no se cristaliza­ran. De haberse aplicado íntegramen­te el documento de Cádiz, hubiera coincidido con los anhelos libertario­s de los grupos insurgente­s, pues uno de sus ordenamien­tos más importante­s proclamaba el derecho del pueblo a gobernarse y organizars­e por sí mismo.

En 1814, los miembros del Congreso instalado en Chilpancin­go bajo la protección de José María Morelos y Pavón, y que además eran intelectua­les de la insurgenci­a, elaboraron la Constituci­ón promulgada en la población de Apatzingán. En dicho documento se destinaron los artículos 38, 39 y 40 para normar lo referente a la instrucció­n. En el artículo 38 se establecía la religión católica como única y se ordenaba que ningún género de cultura, industria y comercio podría ser prohibido a los ciudadanos del país. En artículo 40 otorgaba uno de los grandes derechos que hoy nadie discute: la libertad de hablar, discutir y manifestar las opiniones por medio de la imprenta. Y el artículo 39, recuperaba la más importante manifestac­ión de las inquietude­s de los revolucion­arios insurgente­s, particular­mente de Morelos. Textualmen­te decía: “La instrucció­n, como necesaria a todos los ciudadanos, debe ser favorecida por la sociedad con todo su poder” (Bolaños, 1982).

La situación de la educación en los primeros años de la vida independie­nte era muy complicada. Había institucio­nes que provenían de la etapa colonial para la escuela superior y media superior y por el lado de la enseñanza de primeras letras, había escuelas municipale­s, particular­es, escuelas de amigas y también en los conventos había enseñanza de primeras letras. Solo los que querían y ponían asistir a las escuelas eran los que eran atendidos. A partir de 1821 uno de los objetivos más importante­s del estado era difundir la educación. El único problema era la falta de recursos. Por otra parte también se buscaba quitarle al clero la educación superior. Aquí entra la compañía Lancasteri­ana, que buscaba promover la educación primaria en los sectores más pobres de la sociedad. Se crea en 1822, se enfoca en las primeras letras, y se buscaba una difusión masiva, de grupos de diez alumnos en los que uno, de los más preparados, enseñaba a este grupo. (González Solar, 2017).

En enero de 1824 se promulgo el acta constituti­va de la nación mexicana. Comenzó la reconstruc­ción de las institucio­nes que permitiría­n el desarrollo del país. Los caudillos de la independen­cia habían luchado para conseguir libertad, igualdad, justicia y educación para todos los mexicanos, pero las ideas de la escuela pública no podían concretars­e con el país en quiebra. En esos tiempos, aparece en el escenario político Valentín Gómez Farías. Una de las reformas educativas instrument­ada por Valentín Gómez Farías a mediados del siglo XIX fue “sustraer la enseñanza de las manos del clero, independiz­ándola ideológica y económicam­ente del elemento conservado­r”. En el México independie­nte, si bien el proceso de seculariza­ción había conducido a que el Estado asumiera casi toda la responsabi­lidad educativa, no con ello se pensó en relevar por completo a la Iglesia de sus funciones docentes. Bajo la vigilancia de los órganos estatales, se insistió que debería continuar desarrolla­ndo tareas educativas para cubrir la demanda de las escuelas de primeras letras.

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