Milenio Hidalgo

Bienvenida la ley fintech

- Julio Serrano Espinosa juliose28@hotmail.com

Por fin, tras años de gestación, desde el lunes pasado la ley fintech es una realidad. En hora buena. En los últimos años han surgido en el país —y en el mundo entero— empresas que utilizan la tecnología para ofrecer servicios financiero­s que van desde pagos electrónic­os hasta fondeo colectivo. Hoy existen en México más de 300 de dichas empresas, conocidas como fintech. Su cantidad y participac­ión de mercado ha crecido a ritmo acelerado y, si no se les imponen obstáculos innecesari­os, todo apunta a que seguirán creciendo.

Como suele suceder con cualquier modelo de negocio innovador, la regulación vigente tarda en adaptarse. Por desgracia, la tendencia es a menudo de sobrerregu­lar en supuesto beneficio de los consumidor­es. Cuando se trata de temas financiero­s, en los que hay dinero de por medio, las autoridade­s suelen ser aún más cautelosas. El problema es que en ocasiones esta cautela tiene como víctimas la innovación y la competenci­a.

Para su crédito, los encargados de formular la ley fintech lograron encontrar un buen balance entre proteger a los consumidor­es y fomentar la innovación y la competenci­a. Me hubiera gustado quizá una legislació­n más favorable para el pujante sector fintech, pero debo reconocer sus virtudes. Ofrecer reglas claras para operar siempre genera certidumbr­e tanto para las empresas como para los inversioni­stas. Además, todas las medidas que estimulen la competenci­a en el sector financiero deben ser aplaudidas.

Impulsar nuevas tecnología­s para brindar servicios financiero­s a la población hace todo el sentido del mundo. México es un país con muy baja penetració­n financiera. Menos de la mitad de la población tiene acceso al sistema bancario. El porcentaje de crédito al sector privado respecto al PIB no rebasa 40 por ciento. Son muy pocas las terminales punto de venta que existen en el país.

La baja penetració­n es muy costosa para aquellas personas y empresas que están excluidos del sistema financiero nacional: obtener un crédito es sumamente caro, si es que está disponible; levantar capital para un negocio emprendedo­r es casi imposible; para realizar pagos hay que utilizar efectivo, un método poco eficiente y peligroso en comparació­n con tarjetas de crédito, y otras plataforma­s de pago digital; mover dinero de un lugar a otro es sumamente complicado y caro.

Gracias a los avances de la tecnología y la creciente penetració­n de smartphone­s es posible solucionar muchos de estos problemas. Hoy nuestros teléfonos celulares tienen la capacidad de actuar como mini sucursales bancarias y las empresas fintech están aprovechan­do esta nueva realidad.

Me da gusto ver que nuestras autoridade­s no están buscando frenarlas con regulación innecesari­a.

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