¡Y que Graue siempre sí firmó!
De mi paso por la universidad tengo los más vívidos y felices recuerdos poblados de idílicos, académicos y alucinantes instantes de entre los que destaca sin duda el de esa cosa nebulosa llamada Auxilio UNAM, que no auxilia en nada y que ni parece de la UNAM, el de unos señores gordos cotorreando arriba de unos vochos chafas que siempre llegaban tarde a todo, menos a los partidos de los Pumas a los que siempre estaban puntalitos. Personajes que ni fu ni fa, que nunca podían hacer nada frente a casi ninguna circunstancia, mucho menos ayudar en algo y que siempre los podías ver echándose unas gordas de chicharrón de campeonato.
Por su eficiencia se podrían decir que están al nivel de la procuraduría de CdMx y la PGR, que todos los días compiten por ver a cuál de las dos se le caen más casos.
La cosa ha llegado tan lejos que recientemente la PGR no solo no pudo acreditar la condición de canalla fundamental de un fulano de apodo El Pajarraco, sino que tampoco pudieron acreditar la existencia de Guerreros Unidos como grupo delincuencial al que supuestamente pertenecía. O sea que si la PGR se pusiera a hacer un trabajo de investigación sobre la PGR no conseguirían demostrar ya no digamos que sea funcional, sino que tiene nivel de institución tangible.
Por eso no me sorprende que ahora, en este nuevo conflicto universitario donde sacaron a los porros a pasear en calidad de grupo de choque que va derecho, no se quita y si le alegan se desquita, hayan aparecido los de Auxilio UNAM como símbolo de falta de entrenamiento, de protocolos y hasta de sentido común, bajo las sospechas de connivencia y colusión, que no es lo mismo pero es igual.
Lo que es extraño es que en el CCH Azcapotzalco, donde empezó todo el lío, le hayan gritado y abucheado al rector Graue como si fuera El Piojo Herrera en el estadio de Ciudad Universitaria. Digo, si lo único que ha hecho es hacer lo mismo que el resto de sus antecesores: no reaccionar hasta que se desata la violencia y luego luego afirmar que no se va a caer en las provocaciones desestabilizadoras. Cuando se habló de narcomenudeo no sabía, cuando los feminicidios, menos, y ahora hasta se sorprende con que haya porros en la máxima casa de estudios. Y luego no firmó el pliego petitorio que había apoyado desde el discurso.
Afortunadamente, alguien le recordó a Graue lo que le pasó a Yoloxóchitl Bustamante en el IPN, por menospreciar los conflictos estudiantiles, y ya en su baticueva de rectoría firmó todo, todo, todititito. ¡Ah qué muchacho tan loco!