Desabasto y crisis
Dentro de los principales insumos para el ser humano, los combustibles fósiles ocupan sino el primero, el segundo puesto en la cadena de la vida.
La utilidad y dependencia que hemos dado del petróleo, el gas y sus derivados, nos hacen totalmente dependientes de ese tipo de energías.
Con el tema la lucha contra el robo de hidrocarburos producto de las tomas clandestinas en los ductos de Pemex, nos hemos dado cuenta de que una de las formas de paralizar al país es detener el flujo de combustible.
Durante una semana hemos sido testigos de la falta de suministro no por un desabasto en el producto sino por el cambio en la distribución, por lo que en las principales ciudades del centro del país, incluida la capital, se han visto y sufrido las consecuencias.
Horas pérdidas e improductivas a la espera de cargar gasolina es el común de la mayoría de los casos. Falta de clientela en restaurantes, en plazas comerciales, en tiendas de autoservicio, el resultado de tener a la gente agazapada, buscando gasolina, gastando lo poco que queda en ello.En estos días fue únicamente la ciudadanía, mañana quizá comenzarán a sufrir los empresarios al no registrar ganancias en sus comercios, los emprendedores, los industriales, el propio gobierno, hasta podría, en determinado caso, sufrir desabasto para sus operaciones el Ejército y las policías.
El tema del desabasto, aunque se diga planeado o producto de una determinación de seguridad nacional, ya es una crisis en sí. Primero, porque obliga a los mexicanos a replantearse la necesidad de depender a tal grado de la gasolina. Si acaso llegamos a la siguiente semana en la misma situación, veremos que los primeros en cansarse son el pueblo, ese al que tanta referencia hace el Presidente. El pueblo quita, el pueblo pone, habría que recordarle.