El silencio - los úteros y los fetos
1-“QUIEREN QUE ME CALLE”
Con risita socarrona y tonadita inconfundible reitera en sus mañaneras: “me quieren callar, no les gusta que hable, nuestros adversarios no quieren que les responda, pero no… no… yo tengo derecho de réplica, la voy a ejercer, ¡claro que no me voy a callar!” Es parte de su monólogo, simulando que no puede hablar de manera ágil y normal.
Pero si usted revisa publicaciones de todo tipo, desde cualquier fecha hasta el día de hoy, no encontrará que persona alguna le haya pedido tal comportamiento. ¡Otra estafa más!
Si colaboradores cercanos le han sugerido —tal vez con pena ajena— ese silencio, bastaría con ignorarlos, pero bien sabe que sin comedia no hay comediante y sin farsa no hay farsante.
Así pues, en una población económica e intelectualmente muy empobrecida, emerge, ni más ni menos, el mago, el monstruo que maneja de manera “magistral” la ciencia de la comunicación social. Ese que desde muy temprano deja a su audiencia boquiabierta. Ese que recibe diariamente el cariño que le prodiga el pueblo bueno, sabio y agradecido… y discapacitado para la vida auténticamente democrática.
Pero su “derecho de réplica” no es tal. Simplemente se apropia de micrófono y cámaras —a los que tiene acceso como presidente—, no responde las críticas que recibe por sus mentiras y atropellos, huye por la puerta del chistorete (que él mismo festeja), niega haber dicho y hecho lo que es del dominio público que hizo y dijo; y al despuntar el Sol termina sus monólogos con diatribas y calumnias contra infieles e instituciones que pasan por su mente.
Ojalá, por el bien de él y de México, rectifique. Ojalá entienda que su legitimidad de origen, como presidente, debe refrendarla día a día con la legitimidad que solo puede dar el ejercicio del poder, porque a mayor poder mayor responsabilidad. Ojalá acepte que la violencia y la inseguridad aumentan; que en materia económica y política ha crecido la desconfianza en el país. Ojalá esté consciente que si él no cree en los grandes empresarios nacionales y extranjeros (a los que hace días llamaba “minoría rapaz” y ahora besuquea) tampoco ellos creen en él, y que esa relación, así, necesariamente perversa y perniciosa.
El tiempo pasa, y a esa deidad, merecidamente llamada Diosmanuel, algún día se le dirá: Adiós, Manuel.
2- EMBARAZOS Y NACIMIENTOS, “a consulta pública”
Lo ordenó el poder absoluto: sobre los derechos de las mujeres embarazadas y los derechos de los hijos no nacidos, no habrá discusión responsable y serena, ni debate civilizado y civilizador que permita alcanzar, con ciencia y conciencia, el respeto y la armonía entre esos valores siempre yuxtapuestos y a veces confrontados. No, esos derechos, humanos y superiores, se decidirán por “consulta pública”. ¡Atrocidad que prohíbe la Constitución y debe impedirse!