El no se mete en líos
Casi cualquier convocatoria a la selección mexicana de futbol suena lógica. Sobre todo cuando se trata de un grupo tan amplio como el que dio a conocer ayer Gerardo Tata Martino.
El nuevo entrenador del representativo nacional no cometió ninguna locura o atrevimiento. No hay apuestas personales, ni ningún descubrimiento en el grupo que se enfrentará a Chile y Paraguay los próximos 22 y 26 de marzo.
Por el contrario, hay un grupo equilibrado: con un pie veterano, un pie maduro, pero también los mejores jóvenes. En la portería dos veteranos: Guillermo Ochoa y Jonathan Orozco y un joven aunque ya con recorrido y experiencia: Raúl Gudiño. Puede extrañarle a más de uno el que considere a Orozco, pues no había sido llamado con regularidad en otros procesos, pero la calidad del portero de los Rayados es incuestionable.
En la defensa hay un equilibrio parecido. Los experimentados: Miguel Layún, Héctor Moreno y Néstor Araujo… Un grupo intermedio: Diego Reyes y Carlos Salcedo y otro de jóvenes: Edson Álvarez y Jorge Sánchez. En el medio campo lo mismo: Andrés Guardado, Luis Montes, José Juan Vázquez, Isaac Brizuela… Una intermedia: Jonathan dos Santos, Luis Rodríguez, Érick Gutiérrez, Víctor Guzmán y Jesús Gallardo… Y los noveles: Diego Lainez, Carlos Rodríguez y Roberto Alvarado.
En la línea de delanteros sí impera una mayoría de consagrados con: Jesús Corona, Javier Hernández, Raúl Jiménez, Rodolfo Pizarro, Hirving Lozano… Y sí, el joven de Chivas: Alexis Vega.
Creo que Martino actúa con inteligencia y con conocimiento de causa también. Ningún llamado se le puede cuestionar. Habrá que esperar a las siguientes convocatorias para saber cuáles pudieran convertirse en apuestas de corte más personal, es decir, de jugadores que no necesariamente generen tanto consenso, pero que sí le puedan aportar a su esquema de forma sustancial.
Y bueno… esperar a ver si decide llamar a alguno de los jugadores naturalizados, que hay varios con ganas de ser considerados en el equipo.
Martino actúa con inteligencia y conocimiento