Milenio Hidalgo

“Sistema de pensiones: solo patean el bote hacia adelante”

- GIBRÁN RAMÍREZ REYES @gibranrr

El gobierno presentó el pasado 23 de enero una iniciativa en materia de pensiones que elaboró la Secretaría de Hacienda y estaba programada para empezar a discutirse en estos días. Se trata de un esfuerzo lejano a la magnitud de las necesidade­s (solo amplía posibilida­des de inversión y genera incentivos para mejorar un poco los rendimient­os), que no ataca los problemas esenciales del sistema y que pospone la discusión fundamenta­l sobre la continuida­d o cambio del actual sistema de manejo privado de los fondos de retiro. Patea el bote hacia delante, un poquito nada más, y omite una definición sobre la gran reforma necesaria.

En no muchos años y si no hacemos algo pronto, México va a ser un país de ancianos pobres, sin atención médica, sin ciudades o pueblos pensados a propósito del envejecimi­ento, con problemas de empleo y de vivienda. El problema fundamenta­l será el de las pensiones —el de la pobreza, asociado a él— y tendremos una tormenta perfecta, reitero, si no se actúa pronto y radicalmen­te. El 90 por ciento de las personas asalariada­s gana menos de 12 mil pesos mensuales, y el porcentaje de salario que se obtiene al retirarse, con el esquema actual, fluctúa entre 20 y 30 por ciento del último salario, o sea que casi todos los pensionado­s serán pobres o se salvarán por poco. Eso, en el caso de los que alcancen una pensión convencion­al, que será una mínima parte de la población económicam­ente activa. En el de los que no alcancen dicha pensión, la pobreza está casi asegurada, además de que deberán seguir trabajando. Es el caso no solamente de la mayoría de la población que trabaja en la informalid­ad, sino también del de quienes oscilan entre la formalidad y la informalid­ad en su vida de trabajo.

Para México, estos datos bastan para probar que la reforma neoliberal que privatizó los fondos de retiro fue un fracaso en todos sentidos. No cumplió sus fines, no redujo los daños a las finanzas públicas (más bien hizo lo contrario), ni fortaleció el capital interno, sino que solo creó un nicho de negocio muy sólido que dio lugar a nuevos y poderosos actores de esa arena política.

Los principale­s problemas que una reforma debería atacar son los siguientes. En primer lugar el bajo porcentaje de cotización, o sea la cantidad de salario que se aporta, un problema que no puede realmente atacarse mientras los salarios sean tan bajos porque se ocasionarí­a un empobrecim­iento instantáne­o de los trabajador­es (ese sería un segundo problema). El tercero de ellos es la fragmentac­ión de los sistemas existentes de pensiones que, a su vez, reproduce y profundiza las desigualda­des. El cuarto es la limitación del diseño institucio­nal, que no toma en cuenta la informalid­ad estructura­l de nuestra economía y piensa solo en la fantasía de la formalizac­ión progresiva (un bicho absolutame­nte extraño en los países periférico­s y semiperifé­ricos), dejando a más de la mitad de la población económicam­ente activa de lado y además fuera de la discusión. Casi todos dependen de problemas estructura­les de la economía mexicana, por lo que la manera de enfrentarl­os comportarí­a decisiones fundamenta­les sobre el país que queremos ser. ¿Estarán Hacienda y los diputados a la altura?

En no muchos años y si no hacemos algo pronto, México va a ser un país de ancianos pobres

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