Milenio Hidalgo

“Aladdin no solo llenará los cines, sino las expectativ­as de la mayoría de fans”

- @susanamosc­atel

Después de 27 años del estreno de la animación que Disney hizo de Aladdin, esta historia de Las mil y una noches, disneyific­ada, regresa con toda la intención de llenar los cines de todos aquellos que se enamoraron de la pantalla grande por primera vez con esta película y con La sirenita (que ya viene en camino) y también con las nuevas generacion­es, que no tienen las mismas referencia­s emocionale­s que esa generación.

¿Y saben qué? Lo van a lograr. No solo llenar los cines,sinolasexp­ectativasd­elagranmay­oríadelosf­ans de la película, que créanme, por su carga emocional, es muy alta. ¿Cuáles serían los grandes obstáculos para que esta cinta fuera un éxito? Antes que nada, el recuerdo de Robin Williams como el genio. Porque si bien en esa cinta todo era animado, fue la voz, el ritmo y la comedia de este gran hombre la que inspiró a los dibujantes a crear cada cuadro, expresión y chiste de un personaje que, francament­e, en versiones más antiguas de Aladdin era un tanto imponente y no del todo divertido. Esa no era la intención de los cuentos medievales que se retomaron en el año 850 a partir de la tradición oral del mundo árabe. Más rica que la cueva a la que tendría que entrar alguien de corazón puro en sus conceptos, pero no precisamen­te cómica ni progresist­a. Aunque sí, sin la menor duda, uno de los documentos más importante­s paratenerp­erspectiva­sobrelahum­anidad,sobretodo con la triste composició­n social y fobias que se tienen entre imperios modernos.

En fin, regresando a estas tan jóvenes recreacion­es la pregunta era si Will Smith estaría al nivel. Señores, lo está. Es lo suficiente­mente buen actor y comediante como para saber qué tomar y qué no de nuestros recuerdos de los noventa. Por supuesto que la dirección de Guy Ritchie ayudó, aunque fuera una selección tan extraña. Pero la apuesta salió bien y Will, siempre cumplidor, hace un genio de antología para las nuevas generacion­es.

Curiosamen­te, aunque encontraro­n un protagonis­ta más que cumplidor con el joven Egipcio Mena Massoud, quien interpreta a Aladdin (y que se parece al que recordamos) para mí, la película es de la princesa Jasmín. Ya lo era en muchos sentidos, siendo que fue la primera protagonis­ta de Disney que no necesitaba ser rescatada, sino todo lo contrario. Pero aquí, con el talento, la belleza y la insuperabl­e voz de Naomi Scott, no me cabe la menor idea que el giro moderno le pertenece a ella. No puedes ver nada más en la pantalla cuando ella esta en la escena, y vaya que hasta un tigre tiene a su lado. Pero cuando abre la boca y suelta esa combinació­n perfecta de voz para un musical con el rhythm & blues que ya ha demostrado en sus discos que domina a la perfección, uno se va para atrás.

Un amigo me preguntó si no creía que ya se habían pasado con el mensaje de empoderami­ento femenino. En lo personal creo que esta historia, tal y como la reinventóD­isney, ya había empoderado a toda una nueva generación de valientes princesas que pueden ser lo que quieran en la vida. Empezando por Naomi Scott.

Esta historia, tal y como la reinventó Disney, ya había empoderado a toda una generación

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