Milenio Hidalgo

Petróleo sangriento

- ESTEBAN ILLADES @esteban_is Facebook: /illadesest­eban

Petróleo sangriento (There Will Be Blood) es una película de 2007 en la que Daniel Day-Lewis encarna a Daniel Plainview, un prospector petrolero de principios del siglo XX, quien construye su fortuna a raíz de una serie de excavacion­es en California. Day-Lewis, cabe resaltar, ganó un premio de la Academia por su actuación.

En la película, Plainview se vale de

todo tipo de estrategia­s e incluso artimañas para conseguir el petróleo. Sacrifica incluso a sus seres más queridos para ello: su hijo pierde el oído tras una explosión en uno de los pozos. El pueblo y sus familias obtienen primero la bonanza asociada con lo que entonces se conoce como oro negro, para después caer en desgracia.

La historia, basada en la novela Oil!, de Upton Sinclair, es una fábula sobre el auge del capitalism­o: la riqueza, representa­da por el petróleo, y los daños que puede generar su búsqueda obcecada.

Petróleo sangriento viene a colación no solo por ser una gran película, sino por la renuncia de Germán Martínez al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) esta semana. La renuncia viene acompañada de diversos reportes en medios sobre las graves carencias del sistema de salud mexicano, ésos que el Presidente llamó ayer producto “del hampa del periodismo”.

En su carta de renuncia, Martínez señala “el desvío” de los ahorros del IMSS “para otros fines”. Esos fines, se ha reportado, son nada más ni menos que el rescate de Pemex y la construcci­ón de una refinería que el Presidente y sus allegados saben que no es productiva pero sí simbólica: representa el renacimien­to de esta industria del pasado, la petrolera.

Que el Presidente tenga proyectos y confíe en ellos es deseable: mejor tener agenda a no tenerla al gobernar un país. Sin embargo, en su intento por revivir a Pemex, igual de obsesivo que Plainview en 1911, el Presidente y su gobierno están dispuestos a sacrificar el sistema de salud para lograrlo. Ese sistema es fundamenta­l para la gran mayoría de los mexicanos. Es su última línea de defensa.

De seguir por este rumbo, en el que institucio­nes como el Seguro Social sufren en favor de otras como Pemex, Petróleo sangriento pronto dejará de ser una fábula para convertirs­e en triste realidad.

AMLO, dispuesto a sacrificar el sistema de salud por revivir Pemex

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