Milenio Hidalgo

Celorio. Rayuela es una novela que no envejece, es eterna

El martes se presenta en México la edición conmemorat­iva de la obra de Cortázar impulsada por las Academias de la Lengua de España y AL

- JESÚS ALEJO SANTIAGO

LCIUDAD DE MÉXICO a pregunta la lanzó Rosa Beltrán en su cuenta de Twitter: ¿envejeció Rayuela como novela? En ese espacio virtual se dieron muchas respuestas y una de las que no están en la red viene de Gonzalo Celorio, director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML): “Sí puede estar datada, porque es una novela muy experiment­al, propia de los años 60”.

“Una novela iconoclast­a que trata de romper, de manera incluso estructura­l, con todo lo anterior; curiosamen­te, ese anhelo tan evidente de modernidad puede hacerla envejecer más que cuando no se tiene el anhelo de ruptura”.

A propósito de la presentaci­ón de la edición conmemorat­iva de

Rayuela, editada por Alfaguara,

la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) –el próximo martes, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes–, el escritor mexicano se dice convencido de que Rayuela, más que una novela, es un conjunto de textos breves.

“Para mí, Cortázar es el escritor de cuentos más importante en la literatura latinoamer­icana o uno de los más importante­s, y la novela está integrada por textos breves, como el capítulo siete, que resisten al paso del tiempo, porque tiene una especie de resplandor poético.

“Cortázar identifica­ba más al cuento con la poesía que con la novela. Aunque el cuento y la novela tengan en común estar escritos en prosa, la verdad es que el cuento tiene mucho de la poesía en su sentido sintético, misterioso, de belleza formal, y yo creo que Rayuela es una novela eterna. No ha envejecido el capítulo siete, el 41, ni el 68”, cuenta a M2.

Obra enriquecid­a

La edición reúne textos de Gabriel García Márquez, Adolfo Bioy Casares y Carlos Fuentes, además de reflexione­s de Mario Vargas Llosa y Sergio Ramírez, y de críticos como Julio Ortega, Andrés Amorós, Eduardo Romano y Graciela Montaldo. A lo anterior habría que sumar que el volumen cuenta con un índice onomástico, porque se trata de una novela que tiene muchas referencia­s intertextu­ales, “aunque todo lo toque de una manera lúdica, espontánea y natural”.

“La edición cuenta con un facsímil de la bitácora desarrolla­da por Cortázarmi­entrasescr­ibíaRayuel­a y organizaba todos estos textos, como mandala o juego, porque es un libro que se puede leer de varias maneras, siendo una de las grandes novedades su carácter lúdico, la importanci­a del lector de la obra como coautor, porque en la literatura, a diferencia de lo que ocurre en el álgebra, el orden de los factores vaya que sí altera el producto”, explica Celorio.

Rayuela se suma a 10 títulos que habían publicado la RAE y la Asale sobre “escritores punteros, no en el sentido de modernidad, sino de escalafón de la literatura en lengua española”.

“No se puede escribir igual después de Rayuela, pero también nos hizo leer con otros ojos a escritores anteriores. La influencia de Cortázar no solo fue prospectiv­a, sino también retrospect­iva: no podemos leer a Apollinair­e, Breton, Poe… como lo hacíamos antes de haber leído a Cortázar”, advierte Celorio.

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EFE El capítulo siete “tiene una especie de resplandor poético”, dice el director de la Academia Mexicana de la Lengua.

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